30 de junio de 1851, Fundación en Valparaíso, Chile, del Primer Cuerpo de Bomberos de la República.
La transcripción del presente documento es el homenaje de Máximo Cubillos a los bomberos de Chile, representados en los bomberos de Valparaíso, escrito y publicado el 13 de diciembre de 1888 en el primer puerto de la República, 37 años después de la Fundación de la 1ª Cía. de Bombas (hoy “Bomba Americana”), 2ª Cía. de Bombas (hoy “Bomba Germania”) y Compañía de Guardia de la Propiedad” s/n (hoy 10ª Cía. “Eduardo Farley”, Bomba Chileno-Arabe, Salvadora y Guardia de la Propiedad). Con igual fecha de fundación 30 de junio de 1851 fue creada la 1ª Cía. de Hachas, Ganchos y Escaleras “Zapadores Unión”, esta Compañía presta servicios a la ciudad hasta el 8 de marzo de 1867, luego de ser disuelta por acuerdo del Directorio General de la Institución...
Antes de la noche del 15 de Diciembre de 1850 nada había que se interpusiera entre el fuego y las carnes vivas y palpitantes de los vecinos de Valparaíso. La chispa que en esa noche cayó sobre la casa contigua al Correo, el viento la convirtió en llamas, en mensajera de fuego que devoró la fortuna acumulada por muchos años de incesantes fatigas.
Acudió todo el pueblo con el intento de sofocar esa conflagración y se halló vencido por el torrente de llamas. Le faltó la unidad que dan el ejercicio y el espíritu de cuerpo, el material adecuado y el arrojo, que serían el alma del bombero del porvenir.
El terror que produjo ese incendio obligó a discurrir a media población acerca de los medios que se adoptarían para atenuar en lo sucesivo la magnitud de iguales desgracias. Y así como del horror de los campos de batalla surgieron las ambulancias y su símbolo de la cruz roja, de las columnas de humo y fuego de un gran incendio se alzó la más noble y patriótica de las instituciones nacionales, de la que son símbolo y bandera el casco y la chaqueta, el hacha y la bomba.
Al evocar estos recuerdos y pasar revista a tan pocos sobrevivientes de una fundación ya lejana, no puedo dejar de traer a la memoria la impresión que un día me produjo la asistencia a la revista de una Compañía de Bomberos, en la que al nombrarse a uno que había fallecido heroicamente en su puesto, el porta estandarte dijo, con voz alta y enternecida: “Muerto en acto de servicio“.
El señor Eduardo Farley, de la 1ª Compañía de Ganchos Hachas y Escaleras, que no dejó ni siquiera un retrato que perpetuara entre sus compañeros memoria de su persona.
Los señores Alejandro Blackwood, Guillermo 2º Lawrence y Eduardo Rodríguez de la Primera Compañía de Bombas y el señor Vicente Forno Vacca de la Sexta. De cómo fueron honrados sus restos dio testimonio la ciudad entera, y más suntuosos funerales no los tuvo jamás en Chile el más esclarecido ciudadano.
Los servicios de los bomberos no se han limitado a dar agua a las bombas y envolver con ellas las rugientes llamas de los incendios. En las horas de peligro nacional, cuando el clarín de guerra resonaba en todas partes, llamando a las banderas a todo el mundo, fue también el bombero el primero en hacerse militar y el que no pudo partir a la guerra, se quedó custodiando la ciudad y velando los desiertos hogares.
El bombero extranjero fue tan noble como el del país y se condujo con tal abnegación y desinterés, que en el alma del pueblo están escritos los testimonios indestructibles de gratitud que les corresponden.
La Nación no es bastante rica para pagar los servicios que prestan los bomberos y por eso es que ellos son gratuitos, se premian con una palabra en la orden del día de la ciudad y cuando alguno de ellos sucumbe en la lucha de la vida o del fuego, todo el pueblo acompaña su féretro, cual si se tratara de celebrar los funerales de algún renombrado hombre de guerra.
La chispa generosa no quedó encerrada dentro de los muros de piedra de Valparaíso, sino que saltó fuera de su recinto y pasó a despertar a muchos hombres en la capital de la República, a quienes obligó a organizarse en legión, al día siguiente de una de las catástrofes más sin ejemplo que haya ocurrido en la América española. Las demás provincias imitaron a Valparaíso, copiaron el Reglamento del primer Cuerpo de Bomberos del país y hoy tenemos en toda la República legiones de defensores de la propiedad, abnegados hijos del fuego, a quienes no detendrán ni las llamas, ni el sacrificio de sus propias existencias.
Si hay alguna institución que merezca en el país un monumento, un libro o un canto, es el Cuerpo de nuestra referencia y habrán de contribuir a levantarlo, a escribirlo y a inspirarlo las páginas dispersas de su historia, recogidas con afanoso empeño en el presente volumen, que es la heráldica y el blasón, el título y la historia de una Institución que habrá de vivir tanto como la República de Chile.
Valparaíso, Diciembre 13 de 1888.-
Máximo Cubillos
Valparaiso 1851 (hrm-cca)
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