sábado, 29 de agosto de 2015

Los Bomberos y la Revolución de 1891, Valparaíso, Santiago e Iquique

Consecuencia del conflicto entre el Presidente de Chile José Manuel Balmaceda Fernández (1886-1891) con el Congreso, se produjo una división, lo que generó una Guerra Civil, entre fuerzas de gobierno con 9.500 hombres, al mando de los generales Orozimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca, y las fuerzas revolucionarias congresistas de 11.000 hombres, al mando del Coronel Estanislao del Canto, vencedoras en las batallas decisivas de Concón (21.08.1891) y Placilla (28.08.1891). 
Al producirse el rompimiento, se embarcan en la escuadra sublevada en Valparaíso los representantes del Congreso: Ramón Barros Luco por la Cámara de Diputados y Waldo Silva Palma por el Senado. El Gobierno ordena detener a los parlamentarios y reprimir toda oposición. No tenemos claras la causa y origen de esta lucha ni una interpretación particular del conflicto, por lo que solamente veremos las consecuencias de ella en el trabajo bomberil. Las fuerzas vencedoras demoraron algunos días en tomar posesión de Valparaìso; eso produjo caos y desorden, en que las noches lúgubres y de horrores, obligaron a la autoridad solicitar la ayuda del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso para dar una batida contra los desenfrenos de los incendios y el saqueo. Velando por la tranquilidad de la ciudad, se llamó a bomberos para cumplir funciones de policía, cargando armas, y de esta forma detener el vandalismo que también estaba provocando los incendios. No era la primera vez que los bomberos debían tomar las armas y reemplazar a las fuerzas del orden en la ciudad. Al respecto el distinguido hombre público y preclaro servidor del Cuerpo de Bomberos de Santiago don Enrique Mac-Iver Rodríguez (2ª Cía. “Esmeralda”) decía: “La misión del Cuerpo llega más allá de apagar incendios. La Institución tiene también el noble carácter de ayudar a la sociedad cada vez que un peligro público amenace su existencia”. En la fatídica noche del 28 de agosto de 1891, llamada “La Noche Triste” por los porteños, en Placilla de Peñuelas fue derrotado el ejército gobiernista y sus jefes, los generales Alcérreca y Barboza, acribillados a tiros y sablazos por la caballería opositora. En efecto, en Placilla se dio la última batalla, la decisiva que decidió la contienda; en ella participaron según el Parte Oficial del Comandante en Jefe, Coronel Estanislao del Canto y coincidente con el Jefe del Estado Mayor Coronel Körner, dos Compañías del Regimiento 7º de Línea “Esmeralda” Constitucional. Los Capitanes que mandaban las dos Compañías del 7º de Lìnea eran los bomberos de la 5ª Cía. de Santiago Samuel Greene y Jorge Barceló Lira, y el Mayor que los mandó a ambos en el campo de batalla fue Arístides Pinto Concha, quien era el jefe bomberil de ellos en Santiago. El también “Quintino” de Santiago Rafael Prado Campbell, Teniente del Regimiento “Esmeralda” quedó herido en el campo de batalla. En esa misma acción fallece el bombero “Primerino de Santiago Fernando García Huidobro, quien peleó con el grado de Mayor de Ejército. Conocida la noticia de Concón y Placilla se originó un desenfrenado pillaje; las turbas mataron, incendiaron y saquearon, aprovechando la huída de las autoridades y la policía. Los más afectados eran los negocios de alimentos, por ello esa noche se produjeron más de 15 incendios intencionales y más de 300 víctimas que los bomberos ayudaron a recoger. Las pérdidas materiales ascendieron a más de $ 3.000.000.-, los marinos de los buques extranjeros fueron atacados en sus propios barcos y el buque de la armada nacional “Lynch” fue capturado por el populacho en los mismos muelles. El Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, dirigido por su Comandante Carlos G. Nebel Ovalle (10ª Cía.) cumplió una peligrosa y agotadora tarea luchando duro contra el fuego y contra quienes provocaban robos y daño a la propiedad, restableciendo el orden y la tranquilidad en la ciudad. Se destacaron en el servicio el Teniente Agustín Rossi y el bombero Miguel 2º Cariola, ambos de la 6ª Compañía “Cristoforo Colombo”. Para lograr el objetivo, la autoridad de la ciudad con la cooperación de bomberos crearon la “Guardia Urbana”, organismo que prestó valiosos servicios de vigilancia y control hasta que hicieron su entrada a Valparaíso las tropas vencedoras. Entre los múltiples llamados que debió atender la Comandancia del Cuerpo, se cuenta el de sofocar el fuego y repeler el saqueo en las bodegas de “Cariola Hnos.” y de la tienda “La Joven Porteña” de calle Yungay esquina 5 de Abril. Incendios y saqueos en calle Talcahuano y Delicias (hoy Avda. Argentina). En la calle del Comercio después conocida como Tivolá (hoy Guillermo Rawson) ardía la casa de don Romualdo Carvajal, la que era también asaltada por una turba incontenible; bomberos logró contener el fuego y rescatar de entre las llamas a la hija del Sr. Carvajal que yacía desmayada en una de las habitaciones del inmueble. En la Memoria de 1891 el Secretario General del C.B. Valparaíso Antonio G. Cornish deja testimonio que; “A fines de 1891, se acordó que se computarían en la 3ª Compañía cierto número de listas, por el tiempo que su cuartel permaneció cerrado (Marzo a Agosto) durante la dictadura, abonándose en otras Compañías listas a los voluntarios que hicieron la campaña restauradora o que sufrieron encarcelamientos o destierros en esa época. La 3ª Cía. sufre también la prisión del Cirujano de Cía. Doctor Carvallo. Entre los miembros del Directorio, tuvo que ocultarse el Director de la 1ª Cía. “Bomba Americana” y a Daniel Carvallo Director de la 9ª Compañía “Zapadores Freire”, sin embargo fueron detenidos durante varios meses, el Secretario Gral. Antonio G. Cornish y el Comandante Carlos G. Nebel Ovalle. LOS BOMBEROS DE SANTIAGO EN LA REVOLUCION DE 1891.- Los bomberos de Santiago afrontaron muchas dificultades para apagar los incendios durante los días de la revolución, los caballos que arrastraban sus bombas fueron “requisados” por el Gobierno. Algunos animales fueron enviados a las haciendas cercanas para ocultarlos. Sin embargo hasta allí llegaban los agentes de gobierno. Barros Arana describe una de estas “campeadas” que le tocó presenciar en Las Condes. A Vicente Dávila Larraín Superintendente del C. B. de Santiago, en la Dehesa le robaron de su propiedad más de noventa caballos de gran valor. En sesión de Compañía José Alberto Bravo da cuenta que en su fundo le “secuestraron” los caballos de la 5ª Cía. Enrique Concha. Carlos Lira dice: “Me consta que hallándose cerrado el Círculo Católico fue incendiado a media noche juntamente con la Imprenta del diario El Independiente, y que no fue posible contener oportunamente el fuego porque las Compañías de Bomberos tenían prohibición de tocar la campana de alarma”. El ex funcionario policial don Roberto Larraín Claro atribuye participación en ese incendio a la policía. La suspensión del servicio telefónico y la prohibición del tránsito nocturno fueron también otras dificultades que debían vencer los bomberos. Era peligroso salir a la calle de noche sin la justificación del llamado de la campana. Muchos de ellos ya estaban presos y otros eran buscados. Muchos habían logrado irse al norte, burlando la vigilancia del gobierno, haciendo los más increíbles sacrificios. El General Barbosa ordenó que el Cuartel General de Bomberos, sede de todas las Compañías, excepto la Quinta, fuese ocupado por las tropas del Comandante Camus quien había sido recibido como héroe por Balmaceda. En su retirada desde el norte, Camus marchó por caminos de Bolivia y Argentina llegando nuevamente a Chile con sus aguerridas tropas que se instalaron en el Cuartel Bomberil. En las frías noches de Agosto los soldados se calentaban con fogatas que alimentaron documentos y actas escritos por los secretarios de algunas compañías. El Comandante Anselmo Hevia Riquelme (2ª Cía “Esmeralda”) quiso recuperar el Cuartel General y se enfrentó al General Orozimbo Barbosa, sin amilanarse por la fama del heroico combatiente de 1879, hombre duro del régimen dictatorial. Barbosa finalizó la entrevista diciendo: “Vea Sr. Hevia Riquelme, si Ud. hasta ahora no ha caído preso es por inconvenientes diversos, pero sepa Ud. que yo le tengo ganas desde hace tiempo y que estoy dispuesto a pegarle un balazo antes de que Ud. me lo pegue a mí. A los opositores hay que darles con hacha. Hemos terminado”. La actitud de Barbosa, los convenció de que la dictadura calificaba al Cuerpo de Bomberos como un potencial enemigo y acordó declarar en receso a esa Institución mientras duraran las dificultades que se le habían creado y comunicar esta situación al Intendente en vista de los atropellos. Al día siguiente, 17 de Agosto, se dictó orden de prisión para el Comandante y el Secretario General. Anselmo Hevia (2ª Cía.) fue confinado a Cauquenes y Enrique Silva Yávar 3ª (Cía.) alcanzó a escapar. Tomó el mando el Vice Comandante del Cuerpo, Juan Fleischmann, (6ª Cía.), cuyo Director era Julio Bañados Espinoza. Ambos, partidarios de Balmaceda y de toda su confianza, llegaron a un acuerdo con el Intendente de Santiago Cerda Ossa, que estipulaba que los Oficiales y Maquinistas tendrían acceso al Cuartel General y que los bomberos podrían hacerlo en caso de incendio o para concurrir a una citación. La Campana de Alarma se tocaría en la forma acostumbrada. El Vice Comandante envió el 18 de Agosto una circular a los Capitanes ordenando regularizar el servicio y recomendando la mayor prudencia con la fuerza armada que ocupaba el Cuartel. La “Quinta”, representada por el Teniente 1º Eduardo Fernández Julio señaló que el acuerdo no era satisfactorio por estar el Comandante preso. La “Quinta” había elegido Director para 1891 a Ismael Valdés Vergara había renunciado por no poder asistir porque le había cabido la honra de ser perseguido por el tirano de la Moneda. La 5ª Cía. no trató su renuncia y sus funciones las asumiría el Capitán Arístides Pinto Concha, pero como éste se incorporó al Ejercito Constitucional, terminó tomando la dirección y mando de la “Quinta” el Teniente 1º. En el año 1891 existían cuatro Directores Honorarios: Manuel Antonio Matta, Fundador del Cuerpo y de la 6ª Cía. preso en Copiapó tropas balmacedistas. José Tomás Besa de las Infantas, Fundador del Cuerpo y de la 1ª Cía. Perseguido, y confiscados sus bienes en Perú. Carlos Rogers, Fundador de la 5ª Cía. preso en Santiago, junto con otros quintinos entre los cuales se cuenta Gustavo Ried Canciani (ex 2ª Cía. “Bomba Germania” Valparaíso) y Manuel Zamora (3ª Cía.). Fue el único que pudo asistir como Director Honorario a tan importantes reuniones. El día 24 de Agosto el gobierno devolvió su Cuartel General al Cuerpo de Bomberos de Stgo. En el Libro de Guardia de la 5ª Cía. se lee: “Hoy a las 2,30 PM desocupó el Cuartel General la fuerza del Ejército del Dictador”. A los voluntarios detenidos en la cárcel por sus ideas políticas se les ofreció la libertad bajo palabra de no atacar al gobierno. Así pudo salir en libertad Gustavo Ried Canciani (5ª Cía. ex 2ª Cía. de Valparaíso) ajeno totalmente a la política, cuyo delito era ser yerno de don Waldo Silva Argüez, presidente de la Junta de Gobierno revolucionaria. Recuperó también su libertad el Director Honorario Carlos Rogers y muchos otros. Benjamín Dávila no se comprometió a dar seguridad de cambiar su pensamiento político y siguió detenido. En el libro que escribió Benjamín Valdés Alfonso, bajo el título “Una familia bajo la dictadura”, se publicaron las cartas intercambiadas entre doña Leticia Alfonso y don Ismael Valdés que en Iquique desempeñaba el cargo de Secretario de la escuadra, reemplazando a su hermano Enrique Valdés Vergara (1ª Cía.) bombero de Viña del Mar, quien pereció en Caldera cuando un torpedo hundió al acorazado “Blanco Encalada” en Caldera y su cadáver pudo ser rescatado muchos días después. Del hundimiento de ese acorazado se salvó don Ramón Barros Luco que logró llegar a la playa asido a la cola de una vaca. El 19 de agosto de 1891 en Santiago se vivieron horas de gran dolor cuando se conoció la noticia del fusilamiento en la Hacienda de Lo Cañas (hoy comuna de La Florida) por las fuerzas del Gobierno de Balmaceda de los bomberos señores; Isaías Carvacho Magno (2ª Cía.), Arturo Vial Souper (1ª Cía.) y Vicente Segundo Borne Cotapos (1ª Cía). Como integrantes de la civilidad no se les pudo rendir los honores correspondientes en el día de su entierro, Pero sí, se les rindió el postrer homenaje, con pompa y esplendor, a Fernando García Huidobro, caído en la batalla de Placilla y a Enrique Valdés Vergara (1ª Cía.) bombero de Viña del Mar. Ese día se reunió el Directorio en el Cuartel de la Quinta. Fue el período que Ismael Valdés Vergara llama en su Historia del Cuerpo, “Los días críticos” aun la làpida que se preparaba para cubrir la tumba del Cuerpo de Bomberos no estaba terminada. Durante el conflicto hubo gestos de hermandad entre bomberos Balmacedistas y Congresistas, como por ejemplo el Maquinista de la 5ª Cía. José Pedro Alessandri gestionó la libertad de Julio Bañados (6ª Cía.) integrante del Ministerio del Presidente José Manuel Balmaceda. Gesto recordado por el Presidente Arturo Alessandri Palma. La mayoría de los bomberos se plegaron a las fuerzas opositoras y en algunas Compañías se cometió el error de expulsar de sus filas a los gobiernistas. Aunque muchos de ellos fueron reincorporados se perdieron elementos muy valiosos para la Institución. No es el caso relatar las batallas de la Guerra Civil pero en ellas perdieron la vida los “Tercerinos” de Valparaíso señores Eusebio Guerra y Enrique García Ledezma. El bombero de la 1ª Cía. de Santiago Fernando García Huidobro murió al mando del Escuadrón Guías y muchos otros. En el Libro de Guardia de la 5ª Cía. aparecen las siguientes anotaciones del oficial Samuel Rodríguez Cerda: “Día 29 de Agosto: Hoy a las 8 AM se ha publicado un bando en el cual el Dictador declarándose derrotado entrega el mando supremo al General don Manuel Baquedano. Las victorias alcanzadas por las fuerzas constitucionales en las batallas de Concón y Placilla han asegurado definitivamente en la República el régimen de la Constitución. De la 5ª Cía. tuvieron el honor de luchar en el ejército constitucional: Director Ismael Valdés Vergara, Capitán Arístides Pinto Concha, Teniente 2º Rafael Prado Campbell, Ayudante Manuel Fernández García y los bomberos Waldo Silva Palma, Alfredo Infante, Juan Enrique Infante, Nicolás Montt, Ricardo Reyes, Pío Puelma Besa, Carlos Altamirano Talavera, Jorge Barceló Lira, Ignacio Saavedra Rivera, Luis Matta Pérez, Carlos Vives, Alberto Acuña, Enrique Gana y Carlos García. A las 11,15 AM la campana del Cuartel General llamó a los voluntarios para que prestaran sus servicios en apaciguar al pueblo, que saqueaba las casas de los partidarios del Dictador. Se armó al Cuerpo de Bomberos Armado para hacer servicio de policía en el barrio central. El Cuerpo de Bomberos, llamado y armado a gran prisa, se presentó a servir con su conocida abnegación: FUE LA PRIMERA BASE DE LA DEFENSA DEL ORDEN”. Agrega el General Baquedano: “La noche del 29 al 30 pasó de ésta manera en relativa tranquilidad y, con lo expuesto, se deja ver que no pudo obtenerse tal resultado sin esfuerzos sobrehumanos”. El General Baquedano quien enaltece en tan alto grado la actitud del Cuerpo de Bomberos de Santiago, dice también: “Estos antecedentes explican suficientemente porqué una buena parte del día 29 fue de todo punto imposible evitar los ataques a la propiedad particular y lo raro es que no hayan sido más numerosos y de peor carácter”. LOS BOMBEROS DE IQUIQUE EN LA REVOLUCION DE 1891.- Son muchos, pero generalmente desconocidos, los antecedentes sobre la actuación de nuestros heroicos bomberos en la Guerra Civil. En Iquique el 16 de febrero de 1891 las tropas congresistas, abrieron las cárceles liberando a los presos políticos y quemaban la imprenta "La Voz de Chile", diario Balmacedista, cuyo dueño era el voluntario y Tesorero de la Séptima Compañía, "Bomba Tarapacá", Enrique Silva Moreno. El libro “Reseña Histórica del Cuerpo de Bomberos de Iquique” es un valioso documento de esos días, de los autores Leonel Lamagdelaine y Alfredo Layza Bustos y publicado por la Universidad de Chile en Iquique en 1975. El documento es una nota enviada por Tomás S. Capella, Capitán de la 4ª Cía. de Bomberos Ausonia al Comandante del Cuerpo, don Santiago Sanz. En el año 1891, los acontecimientos políticos que se desarrollaron desde los primeros días de enero, al declarar el Congreso Nacional al Presidente de la Republica José Manuel Balmaceda fuera de la constitución y la sublevación de la escuadra nacional, que trajo consigo los sinsabores de la lucha fratricida, conocida como “La Revolución de 1891”, que afectaron a todos los chilenos y en formar particular a los habitantes de Iquique, en donde los revolucionarios instalaron su Cuartel General y por las luchas entre fuerzas del Gobierno y del Congreso en la provincia de Tarapacá. Estos hechos fueron registrados en el Libro de Actas Nº 3 del Directorio del Cuerpo General de Bomberos de Iquique, por su Secretario General Dimas Filgueira General (Iberia Nº 1) fuente de inspiración del libro de L. Lamagdelaine y A. Layza Bustos y que señala resumidamente lo siguiente: …Los desgraciados acontecimientos políticos que empezaron a desarrollarse en esta provincia de Tarapacá desde los primeros días de enero del corriente año, han venido a perturbar la marcha ordinaria de los trabajos del Directorio General, el cual quedó casi en acefalia durante tres meses, á causa de la partida del Comandante Gral. Santiago Sanz quien á la vez era Alcalde Municipal de esta ciudad (Iquique). Como consecuencia reglamentaria, tomo el mando del Directorio Antonio Chinchilla, Vice Comandante electo para el presente año, quien haciendo frente á los acontecimientos que se presentaban diariamente en unión de los entusiastas Capitanes de las compañías de bomberos, que componen el Cuerpo Gral. de Bomberos de Iquique, fueron solucionando dichos acontecimientos. Desde el primer día de Enero 1891 sucedieron los hechos de los cuales dejo constancia para la historia de la institución: 12 de Enero, 05.40 p.m. Arribaron á este puerto el Blindado Cochrane y la Corbeta Magallanes. 20 de Enero. Se estableció el bloqueo de Iquique previa notificación a la Autoridad y Cuerpo Consular. 4 Febrero. Se intima la rendición de la plaza de Iquique incondicionalmente por el Almirante Jorge Montt el cual a llegado ayer a la 1 p.m. á bordo del Blindado Blanco Encalada. A las 4.15 p. m. de hoy se hicieron desde este buque 4 tiros á tierra contra el fuerte “Morro” haciendo varios destrozos, heridos y tres muertos. 5 Febrero. El Cuerpo Consular consiguió 24 horas de prorroga para despachar trenes hacia el interior y se declaró neutral la isla “Serrano” allí se refugiaran las familias de los neutrales de esta población; siendo ocupada por más de 4.000 personas. 15 de Febrero. Habiendo desembarcado tropas revolucionarias en Pisagua y librando una batalla el 14 del corriente. En San Francisco el Cuerpo Consular obtuvo permiso del jefe bloqueador para que llegase a esta un tren con heridos, los cuales fueron recibidos en la estación del ferrocarril por las Compañías de Bomberos extranjeras completamente neutrales. Al señor Antonio Cinchilla, Comandante Gral. Bomberos de Iquique A continuación el Capitán de la Compagnia Italiana de Bomberos “Ausonia” Nº 4, Tomas S. Capella, informa al Comandante del trabajo hecho por su Compañía, los incendios ocurridos durante el conflicto, que grafica el loable trabajo que desempeñó el Cuerpo de Bomberos en los días álgidos de la conflagración: Iquique, 28 de Febrero de 1891 Señor Santiago Sanz Comandante Gral. de Bomberos Iquique Pte. Señor Comandante General, Cumplo con dar a Ud. cuenta del trabajo efectuado por la Compagñía Italiana Ausonia Nº 4 en los incendios habidos durante la segunda mitad del mes que termino hoy, suplicándole disculpe la aglomeración de detalles y el retardo en razón a la circunstancias anormales atravesadas. 16 y 17 de Febrero. En las primeras horas de la madrugada del 16, se hizo público en los cuarteles de la Guardia Urbana habían quedado sin fuerzas suficientes para mantener el orden en la población. Natural era prever tumultos y en consecuencia practiqué visita a las distintas secciones en que tengo dividida mi Compañía dispuesta a cumplir con su deber. A la 01 a.m. la ciudad quedaba abandonada por las tropas del Gobierno, las cuales, al mando del Coronel José Ma. Soto, marcharon á la pampa: el Cuerpo de Bomberos vigila la población con más cuidado que los días que van trascurridos desde el bloqueo. Muchos grupos de jornaleros bajan de la pampa.- En la cárcel hay 160 criminales custodiados por 20 soldados de policía. A las 8 a.m. el Intendente de la Provincia hace entrega de la ciudad al Honorable Cuerpo Consular, representado por el Sr. Cónsul de Italia, quien llama a los Srs. Jefes de la Guardia Urbana internacional y al Cuerpo de Bomberos de Iquique representado por su Comandante General y establece las rondas a la población comunicándome que el Cuerpo iba a prestar servicio de ambulancia trasladando desde el punto en que debía detenerse el tren, al Hospital, los heridos que venían de la Pampa. Hice construir cuatro camillas de las que mi Compañía no estaba proveída, pedí otras cuatro al Hospital de Sangre y antes de los diez de la mañana numerosos voluntarios cumplían con esta humanitaria tarea. Como tuviese noticia de que en las horas de la tarde podían llegar más heridos y también para sostener el orden en ese establecimiento que se hallaba rodeado por numeroso gentío, deje una guardia de ocho hombres al mando del Teniente Señor Merani. No eran las 12 m. cuando en la imprenta de la "Voz de Chile" se declaraba un Incendio; el fuego, esparcido en distintos puntos del edificio de dos pisos y especialmente en el entretecho de los altos, amenazó en pocos segundos no solo a la imprenta, sino a todo el circuito de la manzana. Ud. presenció desde el primer instante con cuanto entusiasmo todo el Cuerpo de Bomberos se lanzó a cumplir con su misión y durante el incendio que fue sofocado por un diluvio de agua la 4ª alcanzó a trabajar con tres pitones pertenecientes a las secciones "Plaza Prat”, "Morro" y "calle Tarapacá. A las 2 de la tarde esa Comandancia convoco a Sesión Extraordinaria en la que se acordò autorizar a los Bomberos paro permanecer de uniforme y dejar libres a los Capitanes de Compañía para que tomasen con el material y personal de cada una las medidas que juzgase más oportunas al mejor éxito de sus funciones. Durante el día y a distintas horas, tres veces mi dirección volante de la calle Tarapacá tuvo que tender material y dar agua para impedir que los cuarteles del 4º de línea y del Regimiento Cívico fuesen incendiados. A las 11 p.m. la Sección de Guardia Urbana “calle Esmeralda" comunicaba por teléfono a la de "Plaza Prat" que el fuego se había declarado en un despacho de la calle Barros Arana. Acudí presuroso acompañado del Ayudante Sr. Merani, mas resultó infundada la alarma. Poco antes de las 3 a.m. las campanas de incendio daban nuevamente la señal de alarma como en el día los bomberos no se hicieron esperar y a la 4ª le cupo trabajar con las Secciones de las calles Vivar, Tarapacá y La Torre, uniendo sus esfuerzos a los de sus hermanos, dichosa de que el pronto éxito coronase el Sacrificio de todos. A esa hora se sentían aun tiros en varias partes de la ciudad; no obstante esta circunstancia y la que el fuego había sido intencional, apenas alcanzo a destruir la casa "Salón London" calle Tarapacá 185, a donde tuvo origen y parte de los patios colindantes. Durante este incendio el maquinista de la "Ausonia" en cumplimiento a instrucciones dadas, levantó vapor esperando órdenes en la Plaza Manuel Montt. A las 11 a.m. el Cuerpo Consular fue a bordo Blindado “Blanco Encalada” y con su Comandante Luís A. Goñi se hizo entrega de la plaza bajo las siguientes condiciones: “1° La plaza de Iquique se entregará al Comandante Goñi pacíficamente, en razón de no tener la autoridad que las sostenía fuerzas para resistir, y el Comandante Goñi da las garantías necesarias que se conservará el orden y gozarán de toda seguridad las vidas é intereses de los neutrales”. “2° Si el Comandante Goñi necesitase de los ausilios de la Guardia Urbana se pondrá de acuerdo con el Directorio de Bomberos y el Cuerpo Consular, para que se adopten las medidas oportunas”. “3° El intendente permanecerá en el lugar que señale el Cuerpo Consular y su persona estará completamente garantida. Respecto de su libertad, lo resolverá la delegación del Congreso Nacional.” “4° El Comandante Goñi ofrece que tomará todas las medidas necesarias para que las peonadas de la pampa, los derrotados u otra gente, no bajen en desorden á la población y puedan causar daños”. Quedan Neutrales y respetados los Cuarteles de los Cuerpos de Bomberos y los locales de las bombas contra incendios en cuyos lugares se tremola bandera blanca. A las 12 del día desembarcaron y tomaron posesión de la plaza el Sr. Goñi y 80 hombres de la tripulación del “Blanco Encalada”. El populacho en las manifestaciones desenfrenadas del primer momento incendió la imprenta “La voz de Chile” habiendo sido sofocado el incendio por el Cuerpo de Bomberos en hora y media de trabajo. Llegada la noche hubo varios amagos y otro incendio en la calle Thompson, el cual en medio de las descargas de fusilería fue extinguido por varias Compañías de Bomberos. 17 y 18 de Febrero. A la media noche fue abandonada la población por las tropas de la escuadra, volviéndose a desembarcar al amanecer del día siguiente. Los Bomberos y Guardia Urbana vigilan la ciudad. Día 19 de Febrero. A las 05.30 a.m. entraron fuerzas del Gobierno a la población mandadas por el Coronel Soto y se trabó sin previa notificación, un combate entre las fuerzas del Gobierno y del Congreso, dando por resultado el Bombardeo de Iquique por la Escuadra de Chile hasta las 4.30 p.m. Durante el bombardeo se lanzaron a tierra 357 bombas de todos los tamaños y tuvieron lugar dos incendios; el primero a las 12 m. en las Bodegas de salitre del Sr. Devescovi y el Banco Mobiliario las cuales se quemaron totalmente; y el segundo frente al Molino Deva calle San Martín el cual empezó a las 3 p.m. y abrazó unas seis manzanas de las casas mas importantes del Comercio en las calles Esmeralda; Bolívar; San Martín; Luís Uribe; Aníbal Pinto; Serrano y Covadonga.- Hago presente esta circunstancia para que pueda apreciarse con más exactitud el trabajo de los bomberos. Eran más o menos las 12 del día cuando observé incendio en las cercanías de la caleta del Banco Mobiliario. Domiciliado en lo Plaza Prat frente a la Aduana o donde el tiroteo era mas vivo, tuve que escalar los techos y ganar el corredor del Teatro Municipal para conseguir Salida a la calle Gorostiaga y de esta llegar a mi Sección de la calle Tarapacá con el gallo de la cual asistí al incendio. Los Voluntarios y los Jefes y oficiales del Cuerpo de Bomberos que se encontraban en tierra, prestaron sus servicios en medio del Combate, conteniendo el avance de aquel horrible incendio y concluyéndolo a las 7 p.m.: A pesar de que los escombros siguieron ardiendo y ocupando a los Bomberos hasta la noche del siguiente día. A Las 5 p. m. hubo un pacto de tregua entre los beligerantes, concluyendo así este drama civil.- Las disposiciones tomadas por el Sr. Manuel Chinchilla coordinado por el Sr. Francisco Olivan que por falta de oficiales Superiores asumió en los primeros momentos la dirección del trabajo distribuyendo el material que me había precedido, fueron las mas acertadas, y, gracias á ellas y al entusiasmo de los bomberos que acudieron, el fuego fue dominado y extinguido con poco más de una hora de trabajo. De mi compañía trabajaron las secciones Plaza Iglesia y calle Tarapacá. Con referencia a este incendio, no puedo menos de señalar a Ud. y al Cuerpo General el comportamiento arrojado y sereno de los señores Luis Motta y Andrés Foscarini Sargentos y Juan Motta voluntario que con la Sección destacada en la Plaza de la Iglesia fueron los primeros en llegar, tender material y dar agua con verdadero peligro para sus vidas considerando que los beligerantes no habían suspendido aún sus fuegos en la dirección amagada como lo hicieron después. Pocos habían pasado y serían las tres p.m. cuando una espesa humareda destacándose frente al Molino Deva, señaló una gran conflagración. Apenas el fuego en su principio, abarqué el inmenso peligro en que se encontraban las bombas contra incendios cuya sombra se distinguía apenas entre el humo y sin mas reflexión que salvar a Iquique del peligro que lo amenazaba me lance al escape con la sección mangueras “Plaza Prat” acompañado por el voluntario de la 4ª Sr. Luis Vassallo y del de la 7ª Sr. M. Carreño. Al atravesar la calle Aníbal Pinto se nos hizo fuego. Seguí sin embargo al trote, y en la calle Pedro Lagos me uní a otra sección de mi compañía situada en el Morro la que venía avanzando arrastrada por el Teniente Tassara y dos voluntarios más. Poco después se unió a los nombrados el Sargento E. Piaggio. Con tal precioso elemento alcancé el grifo llamado Fölsh y Martín sobre él tendí ambas secciones, dirigiendo la una por la calle Covadonga a las bodegas del Sr. Landeta y la otra por la calle Souper frente a las bombas y al Molino Deva a cuyo edificio las llamaradas se acercaban con rapidez. El fuego tuvo principio en el callejón que separaba el Almacén del Sr. Landeta de sus propios depósitos, y a mi llegada estos y aquel ardían con violencia. Iba a dar el agua a pesar de las protestas de la tropa que nos quería impedir el trabajo, cuando la sección del Teniente Tassara tuvo que retroceder bajo la amenaza y ademán de hacer fuego sobre su persona; mientras acudí presuroso a este, igual escena se repitió en la otra sección cuyo pitón en poder del Sr. Vassallo tuvo también que ser retirado; Difícil situación la mía que estando con tanto peligro en el puesto del deber, tenía que presenciar inerte la inmensa ruina que caía sobre Iquique, sin poder utilizar los elementos que tenía a mi disposición y que bastaban para salvarlo todo! En esos momentos de ansiedad se presentó el Sr. Coronel Soto quien aunque primero dio orden de retirarnos e insistió en ella, a mis instancias de que permitiese salvar las bombas contra incendio cuya destrucción importaba la desaparición de Iquique, accedió, retirando la tropa que tenía apostadas a la espalda de la Casa Landeta. Me exigió en seguida que no intentase apagar las manzanas colocadas entre la acera Norte de la Calle Serrano y el Mar, porqué no lo permitiría bajo ningún pretexto. Las dificultades no habían terminado, el maquinista de las bombas alarmado con los repetidos proyectiles que caían en el edificio que las encierra, había paralizado su labor y al querer dar agua al material tendido resultaron las cañerías sin presión alguna a consecuencia que el agua del estanque se había sido agotada en el incendio anterior. A repetido golpes me fue abierta la puerta que encontré cerrada y apersonándome al maquinista Sr. Maturana le pedí hasta conseguir su indispensable concurso que desde ese momento presto completo y por lo cual merece la gratitud de todos. Ya era tiempo pues dos minutos más tarde todo habría sido inútil. Puedo asegurar a Ud., Sr. Comandante, que cuando vi los pitones tendidos por los bomberos Tassara y Vassallo arrojar abundante chorro el primero sobre los edificios del Molino y de las Bombas próximos a inflamarse, y el segundo la casa del Señor Schmidt que principiaba á arder y por la cual el fuego iba a comunicarse a las bodegas laterales de salitre y carbón y madera de los SS. Vernal y Castro, R. Boivin, Fölsh y Martín y Banco Mobiliario fue para mi un momento de inmensa satisfacción. Armé enseguida los dos grifos interiores de las bombas y ya con cuatro pitones en activo trabajo me sentía seguro del éxito final. Durante este tiempo el combate continuaba encarnizado y el lugar que teníamos forzosamente que ocupar era acribillado a balazos por haber estado hasta pocos momentos antes ocupado por tropas, tres veces seguidas nos vimos envueltos en los torbellinos de escombros y fragmentos que levantaron los proyectiles al explotar. Mientras tanto, si el fuego era dominado por el Oeste y al Sur no alcanzaba a la Calle Serrano límite de defensa que se me impuso, a Este y Norte avanzaba con espantosa celeridad sin que fuese posible atacarlo. A la Sección de mi Compañía que armando el grifo Serrano y Patricio Lynch tendió material por la calle de San Martín, le fue hecho fuego directo, y tuvo que retirar sus mangueras hasta que quedó establecida la suspensión de hostilidades poco antes de las 5 p.m. Entonces pudieron los esfuerzos unidos de las distintas Compañías detener en su marcha el fuego devorador que quedó reducido a las manzanas ya abrazadas comprendidas entre las calles de Luis Uribe y Souper de Este á Oeste y de la calle Serrano al Mar, de Sur a Norte. De esas seis manzanas solo salvaron los edificios incombustibles de los SS Granja y Cª, E. Granadino y la herrería del señor Federico Sparenberg (alemán, Balmacedista, y Voluntario de la Germania Nº2). 20 de Febrero. Las fuerzas del Gobierno se desbandan después de un convenio celebrado por el Coronel Soto y varios Jefes del Congreso á bordo del Buque de Guerra Ingles “Warsfite” Almirante de la Escuadra en el Pacifico cuando el armisticio espiraba, de los restos de la cigarrería Reolla Hnos. y Peluquería Universal se reavivó el fuego alcanzando amenazar el depósito fiscal de Aduanas. Por este tratado el Congreso queda en posesión definitiva de la Plaza. Asistí con mi Sección de la calle Tarapacá con el agua de la cual se extinguió lo incendiado. 21 de Febrero. Recogido el material del Cuerpo de Bomberos se nota una gran perdida de mangueras; Gallos rotos, escaleras inútiles, hachas, picos y otros materiales; cuya reposición no costara menos de 12 mil pesos. A esto debe agregarse la pérdida de nuestra vieja Campana General de Alarma, la que fue fundida por el Sr. Federico S. Rowland el año 1880 en la fundición del Ferrocarril Salitrero y que fue hecha pedazos en su puesto a las 3 de la tarde del día 17, por una bomba del “Blanco Encalada”, que reventó contra ella. Los cuarteles de la Nº 1 “Iberica”, Nº 6 “Sargento Aldea”, Nº 2 “Germanía y Nº 4 “Ausonia”, fueron víctimas también de la metralla. En fe de ciertos estos datos imparciales firmo la relación anterior en Iquique 19 de Marzo 1981 Noche del 27 de Febrero. El fuego debía aún hacer una última aparición antes que el mes espirase. Era la 1.40 a.m. de ayer cuando la esquina de la Plaza Gibraltar con calle San Martín principiaba á arder. Las compañías puestas en movimiento redujeron en poco tiempo el incendio logrando utilizar mis Secciones "Vivar, Tarapacá y La Torre”. He terminado, ruda ha sido la labor que nos estaba reservada, y, aunque graves acontecimientos pueden sobrevenir aún, los bomberos de Iquique deben estar satisfechos de su obra. En honor a la verdad y a la justicia que asiste al merito, suplico a Ud. anote la conducta de los voluntarios de la 4ª Sres Andrés Tassara, Luis Vassallo, Luis Motta y Andres Foscarini como dignos de distinción si el Cuerpo General acuerda alguna á aquellos que olvidaron hasta el instinto de conservación para honrar la misión que desempeñan y la bandera que los alienta al Sacrificio en bien de sus semejantes. Firma: Tomas S. Capella. Capitán de la 4ª Cía. La Compañía entregó por el magnífico trabajo bomberil en la lucha contra el fuego Medallas de Oro y Plata sus Bomberos que se distinguieron por su arrojo y heroísmo y los primeros que acudieron a combatir el incendio del 19 de febrero de 1891 y medalla de Oro entregada a la Compañía Ausonia Nº 4, por el gobierno peruano “En ofrenda de Gratitud a su abnegación por salvar las propiedades peruanas en el Bombardeo e Incendio del 19 de febrero de 1891. Se transcribe también algunos pasajes del Parte oficial del Combate de la Aduana de Iquique, escrito por el Capitán de Corbeta Víctor Merino Jarpa, quien fuera nombrado el 17 de febrero Comandante General de Armas de Iquique y donde se detalla el trabajo de Bomberos de Iquique. COMANDANCIA GENERAL DE ARMAS DE IQUIQUE Iquique, 21 de febrero de 1891. “A las 12 M. se declaró incendio en la casa que está al costado oriente de la Aduana, principiando por unos galpones que estaban llenos de salitre. La vecindad del salitre amenazaba comunicar el fuego á nuestras posiciones. “El incendio del costado oriente se había extinguido. Pero con los auxilios que el enemigo presenció habíamos recibido, desesperó de hacer rendir nuestra posición trató de hacerlo por el fuego. Incendió para esto los edificios de la parte sur de la Aduana, de los que los separaba sólo una estrecha calle. “A eso de las 2 P.M. el peligro parecía inminente, las llamas lamían ya las cornisas de la Aduana y el calor que irradiaba el fuego hacía casi imposible el mantenerse á ese lado del edificio. Por fortuna en el techo de la Aduana hay un estanque para agua salada y ordené refrescar las paredes echándoles baldes de agua; pero luego se hizo esto imposible, porque el enemigo oculto en las casas vecinas, esperaba á nuestros marineros que se pusieran de pié sobre el techo, para hacerles un fuego certero, matándome cuatro ó cinco durante esta faena, por lo que desistí, ordenando entonces, dejar abiertas las llaves del estanque, con lo que se inundó el segundo piso y se consiguió con esto refrescar esa parte del edificio. “Al cuerpo de bomberos, que intentó detener el incendio, se lo impidió el enemigo, haciendo fuego sobre él. A pesar de esto, algunos denodados bomberos quedaron prestando sus humanitarios servicios, á causa de lo cual se me dijo que habían salido tres ó cuatro bomberos heridos. “A las 3 horas de la tarde estábamos ya fuera de peligro, el incendio había consumido ya los edificios vecinos y poco después cuatro manzanas habían desaparecido Dios guarde a V. S. Víctor Merino Jarpa. Al Señor Comandante en Jefe de la Escuadra. Capitán de Corbeta Vicente Merino Jarpa Cuando se enteró del triunfo Congresista el Presidente José Manuel Balmaceda Fernández, le entregó el mando al General Manuel Baquedano y se asiló en la Legación Argentina. El 18 de septiembre de 1891, el mismo día que concluía su mandato presidencial, se vistió de negro y, tendido sobre su cama se suicidó. Dejó una carta al pueblo chileno, que se conoce como su Testamento Político, en el que explicó su actitud frente al Congreso. Decidida la contienda en los campos de batalla de Concón y la Placilla, á favor de la causa del Congreso, sostenida por la Escuadra y por el Ejército organizado en las provincias del norte, la población de Santiago despertó el 29 de Agosto al son de los gritos de victoria. Los que habían permanecido invisibles y ocultos durante ocho eternos meses, abandonaron sus asilos y fueron deslumbrados por los resplandores de la luz de la libertad y de la victoria. Los que durante esos mismos ocho meses impusieron su voluntad sin contrapeso, libres de la fiscalización parlamentaria y judicial, corrieron á ocupar los asilos y refugios que acababan de ser abandonados por aquellos. La tropa de la policía de Santiago, vencidos sin haberse batido, escaparon, dejando entregada la ciudad a su propia suerte cuando era más indispensable el amparo de la fuerza. Los odios contenidos estallaron en Santiago. De todas las poblaciones afluyeron hordas organizadas, harapientas, sedientas de botín más que de venganza, saquearon las casas hasta el amanecer de ese día. Eran vándalos que encontraban mayor placer en destruir que en robar y que saciaban su sed ostentando los trofeos de su obra siniestra. En tan aflictivas circunstancias fue el Cuerpo de Bomberos el llamado a contener la barbárie que invadía a la ciudad. Las autoridades que provisoriamente se pusieron al frente de la administración, solicitaron los servicios del Cuerpo de Bomberos, fueron inmediatamente llamados todos los bomberos: tocándose la gran campana para incendios. Acudieron sin tardanza á sus cuarteles, creyendo naturalmente que eran llamados para atacar el fuego. Impuestos del objeto de la citación, se organizaron en patrullas y luego de recibir armamento salieron á recorrer la población, á contener y disolver las hordas de saqueadores, á impedir los atentados contra las personas. Satisfecha la sed de venganza contra los hombres que más decididamente habían servido el régimen de opresión a que estuvo sometida la capital y Valparaíso durante los ocho meses que se prolongó la guerra civil, sin que hubiera sido posible impedir los saqueos y la destrucción brutal de los muebles, obras de arte y cuantos objetos adornaban las habitaciones de los perseguidos, por carecer las autoridades de las fuerzas necesarias. Y como las proporciones de la amenaza crecían á medida que avanzaba el día, y prometían convertirse durante la noche en un gran peligro para la indefensa ciudad, fue necesario aprovechar cuantos elementos disponibles había en ella para velar por el orden. Correspondió a los Cuerpos de Bomberos, tanto por el número de sus miembros como por la disciplina á que estaba sometido, la parte mas importante en la tarea de esos días de inquietudes y alarmas, y cumplió su deber á la altura de sus antecedentes, haciendo respetar y cumplir con enérgica resolución las instrucciones que se le impartieron, y adoptando las precauciones mas oportunas para librar á la ciudad del azote de las turbas. Tuvo entonces el Cuerpo de Bomberos una ocasión mas de probar prácticamente que ninguna circunstancia, ninguna consideración podía hacerle olvidar los deberes de humanidad que son la base de su existencia. Y que habían sido infundadas é imprudentes las manifestaciones de desconfianza y los actos de hostilidad decidida de que fue objeto de parte de las autoridades que ejercieron el poder público hasta el día 29 de Agosto de 1891. Los bomberos saben hacer el sacrificio de sus opiniones y simpatías individuales en el cumplimiento del deber. El día en que esa noción fuera olvidada en el seno de la asociación, habría desaparecido la razón de su existencia, y habría principiado su agonía, porque la sociedad no puede dar albergue á instituciones que con el pretexto de servirla, hacen obra de adversarios ó de enemigos contra una parte de ella, ó siquiera contra individuos determinados. La organización del Cuerpo de Bomberos tiene abiertas sus puertas para todos los hombres sin excepción alguna, que estén dispuestos á servir á sus semejantes, á hacer el bien por amor al bien mismo, y por consiguiente es imposible que en ese hogar á donde tienen cabida todas las opiniones y todos los ideales, y constituido con el sólo objeto de salvaguardar los intereses ajenos, puedan anidarse las pasiones estrechas y mezquinas, y hacer olvidar el objetivo de su existencia. La ciudad debe descansar en la confianza mas profunda y mas absoluta de que el Cuerpo de Bomberos será siempre fiel á su consigna, como lo ha sido hasta hoy; de que jamás permanecerá indiferente ante ninguna desgracia pública, y de que en toda ocasión y en toda circunstancia sabrá cumplir su deber. La conciencia que abriga el Cuerpo de Bomberos de ser digno y de merecer esa ilimitada y absoluta confianza, es la prenda más valiosa de que nunca podrá burlarla separándose de la senda del bien.

Valparaíso 1851 (hrm/cca)

Agradecemos 12ª Cía. “Bomba Iquique” - Agustín Gutiérrez Valdivieso 5ª Cía. “Arturo Prat” de Santiago. 10ª Cìa. Eduardo Farley "Bomba Chileno-Arabe" de Valparaìso, Salvadores y Guardia de la Propiedad - C.B.Iquique - 2ª Cìa. "Esmeralda" de Santiago - Armada de Chile

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