Incendio del Hotel de la Victoria en Valparaíso 28 de abril de 1852.
Sin duda que el incendio del vapor Perú, motivó el estreno y puso a prueba la rapidez y capacidad de trabajo de la naciente Asociación contra Incendio de Valparaíso, provocando un éxito admirable.
Así su primera lucha contra el fuego en tierra se realizó el 28 de abril de 1852, cuando la campana de alarma anunció que en una de las zonas más concurridas de la ciudad se había declarado un gigantesco incendio.
A las tres y media de la madrugada el sereno del lugar dio la alarma de incendio y el tañer de la campana llamó a los Bomberos, a combatir un voraz incendio en la calle de la Victoria en el barrio del Almendral. El fuego consumía el hermoso edificio del “Hotel de la Victoria” de propiedad del matrimonio formado por don Tiburcio López de Toro y doña Manuela Molina, a una cuadra y media de la Plaza de la Victoria.
Los bomberos fueron alertados por el guardián de ronda, sin embargo la gran distancia al lugar, las calles en mal estado y la hora inoportuna impidieron que la ayuda llegara con más rapidez al lugar. El fuego que se había declarado en el interior del hotel, solo se vio cuando las primeras llamas coronaron el techo. Al llegar bomberos al lugar una gran hoguera con espesas columnas de humo, se elevaban al cielo, ardiendo por todos sus lados y destruyendo tres grandes edificios Los bomberos enfrentaron el fuego, utilizando todos los elementos de que disponían, y si bien es cierto que no pudieron salvar los inmuebles que se incendiaban, lograron rescatar las casas y edificios colindantes y evitaron que los daños fueran mayores, sin embargo dejó en evidencia una vez más la ineficacia de las viejas bombas que hacían estériles todos los esfuerzos y sacrificios de los bomberos.
Las bombas sirvieron magníficamente y los bomberos trabajaron con un valor asombroso y con una constancia superior a todo elogio. Su mayor interés fue salvar el valioso edificio que servía de ornato a la plaza de la Victoria, ocupado en su mayor parte por familias, casas de negocios y almacenes de depósitos por sus tres frentes. Para lograr el objetivo planificaron y ejecutaron el siguiente plan de ataque:
La 1ª Compañía de Bombas armó en el pozo recién construido en la Plaza de la Victoria frente a la casa del Obispo de la Diócesis de Valparaíso desde 1852 Diego Antonio Elizondo y Prado, (propiedad que pasó posteriormente a poder de doña Juana Ross de Edwards), extendió sus mangueras por la calle de la Victoria (hoy Pedro Montt) y dio agua a la 2ª Compañía que se situó al frente del Hotel incendiado.
Los Bomberos atacaron el fuego por el frente, pero defendiendo el costado oriente del edificio que daba a la calle de Vizcaya (hoy General José Miguel Carrera y Verdugo) conocida hoy como calle Carrera.
Cuando el peligro de esta sección hubo disminuido, notaron que en el interior avanzaba el fuego hacia la casa del Obispo; la 2ª Compañía de Bombas se corrió hacia el Puerto, subiendo sus mangueras al techo y logrando sofocar el fuego que se pronunciaba en el techo de dicha propiedad. Después de una hora de duro y eficaz trabajo dejó a la 1ª Compañía en su lugar y trasladó su material a la playa, donde armó estirando sus mangueras por la misma calle Vizcaya (hoy Carrera), atacando por la calle Chacabuco el edificio incendiado, trabajando de esta manera largo tiempo hasta llegar por sobre los escombros a la calle de la Victoria (hoy Pedro Montt).
La Compañía de Hachas y Escaleras fue la primera en iniciar los trabajos y efectuaron tan bien su labor, que pronto se vio calmada la voracidad de las llamas. Fueron también auxiliados oportunamente por la tripulación de la fragata de S.M.B. “Dadalus” perteneciente a la marina inglesa, cuyo comandante el Capitán G.G. Wellesley dispuso toda la ayuda necesaria, tropas de tierra y mar de la marinería chilena y gente de servicio, armadas de hachas y baldes que organizaron y trajeron al lugar del siniestro los señores Macfarlane y Stuven.
La rapidez e inteligencia con que se efectuaron los trabajos unidos al entusiasmo y constancia con que todos trabajaron, permitieron salvar las propiedades colindantes. La conducta de la ciudadanía fue admirable, pues no se tuvo conocimiento de un solo robo y las pérdidas fueron ocasionadas solamente por los efectos del fuego.
La plaza de la Victoria fue usada como depósito de las mercaderías salvadas de los almacenes y de los muebles de las casas.
Como consecuencia del peligroso trabajo realizado por los bomberos, tres de ellos resultaron heridos; el señor Edmundo White que cayó con un techo hundido, corriendo grave riesgo de morir aplastado por él; Sr. Esteban Chenel, bombero de la Compañía de Hachas y Escaleras, herido por una caída del techo de una casa a la calle, y el Sr. Reynolds, que sufrió ligeras contusiones.
Sin embargo, vieron que de poco serviría su entusiasmo y buena voluntad si no se aumentaban sus elementos de ataque y se tomaban otras disposiciones que facilitaran sus duras tareas. Desde luego se convino en que era preciso colocar más campanas y abrir nuevos pozos de incendios en determinados puntos de la población en que era indispensable contar con los servicios de un cuerpo de Auxiliares Voluntarios y también en que se debía organizar una tercera compañía de bomberos que tuviese su cuartel en el Almendral, a fin de atacar el fuego lo más pronto posible en caso de que apareciese en ese importante y populoso barrio.
No tardó en ponerse manos a la obra, realizándose estas necesidades en la medida que lo permitían los recursos de que disponía la Asociación.
El 16 de junio de 1852 luego de 81 días de navegación llegaron a Valparaíso, desde Boston, Estado de Massachussets en la barca “Independencia” las dos bombas encargadas a Estados Unidos. Fueron construidas por la fábrica “William C. Hunneman & Co. Builders”, para la 1ª Cía. “La Americana” y para la 2ª Cía. “La Chilena”. El importador fue Augustus Hemenway & Cía. de Valparaíso (posteriormente Wessel, Duval & Cía.) y el costo total de ambas bombas fue de $ 5.315.- pesos 7 centavos, valor que fue pagado totalmente el 17 de julio de 1852. Pudo entonces pensarse seriamente en la organización de la 3ª Compañía.
Sobre la importante actuación de los bomberos en el incendio del 28 de abril de 1852, el Intendente de la Provincia don Roberto Winthrop Simpson envía el Superintendente de la Asociación la siguiente nota:
INTENDENCIA DE VALPARAÍSO
--------------------- Valparaíso, Abril 28 de 1852.-
Me es grato como Jefe de la Provincia, expresar los sentimientos de gratitud, aprecio i admiración que han inspirado a todo este vecindario los servicios que han prestado los señores voluntarios bomberos de las tres compañías en la extinción del incendio que estalló a las 3 ½ de esta mañana en esta ciudad.
Hay tanto de abnegación i de virtud en esta noble conducta de los señores voluntarios, que ella lleva en sí i en el testimonio de todo el pueblo, mi mejor recompensa; sin embargo quiero agregar a él mis sentimientos que son los del Gobierno que represento, esperando que tenga Ud. la bondad de trasmitirlo a todos los señores
Dios guarde a Ud.
ROBERTO SIMPSON.
Intendente
Al Director de los cuerpos voluntarios de Bomberos, Señor José Tomás Ramos Font.-
PARTE DE LA COMANDANCIA
DE SERENOS
Valparaíso, Abril 28 de 1852.-
A las cuatro de la mañana fue incendiado el “Café de la Victoria” por el fogón que tenía contiguo al mesón. En el acto que asomó un globo de humo por el callejón que hay entre esta casa i la del Sr. Vayolo, se dio la noticia al señor Intendente, Vice-Intendente de las bombas, i demás empleados en este ramo, anunciando al mismo tiempo por el toque de campana, el aumento que progresivamente tomaba el fuego, pues no solamente fue incendiada esta casa sino la del señor Neves y Uribe.
El señor Intendente, Vice-Comandante i el Secretario señor Peña, acudieron en el acto, i no menos un numeroso pueblo, a proteger a los desgraciados. Llegaron las bombas, las que hicieron prodigios por sus acertadas maniobras i por el empeño y entusiasmo con que todos en general se condujeron, olvidando los riesgos a que sus vidas estuvieron expuestas. Acudió igualmente, al mando de un oficial, alguna tropa de la marina inglesa, los que trabajaron con igual constancia.
(firmado) JOSE GREGORIO ALLENDE
El 12 de mayo de 1852, el diario “El Mercurio” de Valparaíso publicó lo siguiente:
Suscripción para un edificio.- En el Café de la Bolsa se ha abierto una suscripción encabezada con las siguientes palabras: “Empréstito que por el término de cinco años contados desde hoy día de la fecha, los que suscriben se comprometen hacer sin interés alguno al señor D. Tiburcio López de Toro, bajo documento y con hipoteca de la casa y terrenos que posee en la calle de la Victoria de esta ciudad, para levantar de nuevo el edificio que fue destruido por el incendio del 28 de próximo pasado abril, y de la fecha en doce meses en que fijará de arriendo anual al edificio 2,500 pesos, los que se distribuirán cada año entre los contribuyentes por el depositario nombrado al efecto, o antes si la suerte del señor López fuese propicia”. Una docena de respetables comerciantes han puesto sus nombres al pie de ese honroso registro de la filantropía pública de Valparaíso, añadiéndole cantidades que ahora por el momento llegan a más de 8,000 pesos. El señor Tiburcio López tiene, pues, motivo para esperar de la ilustrada generosidad de nuestros capitalistas el cumplimiento de su justo empeño de reeditar su fortuna por un medio que grava poco la beneficencia, al tiempo que honra e ilustra levantando a una familia que una accidental desgracia trajo en un instante a la miseria.
El 2 de mayo de 1852 el diario “El Mercurio” publicó la información que expresa la gratitud y generosidad del obispo Elizondo a la naciente organización bomberil porteña, señalando lo siguiente:
Gratitud y generosidad.- Se nos ha asegurado que el señor obispo Elizondo, cuya magnífica casa de valor de más de $ 60.000.- pesos ha salvado de ser devorada por las llamas por el heroico y noble esfuerzo de los jóvenes bomberos, piensa darles un lunch como prueba de su agradecimiento y al cuerpo la suma de 5.000 pesos para procurarse más bombas y mejores elementos con que contrarrestar al terrible elemento que amenaza constantemente a Valparaíso. Aplaudimos una generosidad tan digna de su Ilustrísima y una gratitud que debe servir de tan poderoso estímulo al noble Cuerpo de Bomberos, de cuyo entusiasmo y abnegación tanto tenemos que esperar todavía.
Valparaiso 1851 (hrm/cca)
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