martes, 2 de mayo de 2017

Testimonio de la tragedia de Valparaíso, vivida por Rosato Cruciani, Capitán 1° Cía. Cuerpo de Bomberos Viña del Mar el 1° de enero de 1953.

                Jueves 1º de enero de 1953 a las 02,10 horas A.M. treinta y seis bomberos, un Mayor de Carabineros, un Marinero de la Armada de Chile y doce civiles mueren horriblemente destrozados a consecuencia de la gran explosión de la bodega de la Dirección Provincial de Caminos (Vialidad), del Ministerio de Vías y Obras (hoy Obras Públicas), mientras apagaban un incendio de grandes proporciones que afectó a la “Barraca Schultze” ubicada junto al fatídico lugar.
                El sector amagado por el siniestro correspondía al extremo de la manzana en el cuadrante de las calles Ramón Freire, Blanco Encalada, Manuel Rodríguez y Avda. Brasil. En su interior se encontraba la Barraca de Maderas Schultze, ubicada en la Avda. Brasil Nº 2085 esquina Ramón Freire, anexo a la cual se construía el edificio del Departamento de Caminos de la Dirección General de Obras con ingreso por calle Blanco Encalada Nº 2064. El centro de la manzana era ocupado por la Maestranza Chile cuyo administrador era el ingeniero Hernán Corssen Müller (hijo del destacado ingeniero Federico Corssen Decher, quien reflotara el Dique de Valparaíso) y en el otro extremo se ubicaba el edificio Polanco.... 


Por el lado de calle (Ramón) Freire y frente a la barraca, estaba el antiguo edificio de los cuarteles Cuarta, Quinta y Novena Cías; en el mismo lugar funcionaba provisoriamente la Central de Alarmas del Cuerpo, mientras se terminaban las obras del nuevo Cuartel General en Plaza Rafael Sotomayor Baeza. Ello permitió que la señora María Zúñiga de Bucarey, Operadora Jefe de la Central fuera la primera en ver el trágico siniestro y dar la alarma general. Rápidamente las Compañías llegaron al lugar amagado y se inició la lucha contra el fuego; a cargo del Cuerpo y del combate se encontraban en la Avda. Brasil el Comandante Ernesto Budge Alcalde (1ª Cía), secundado por el 2º Comandante José Arnoldo Serey Sagredo (8ª Cía.) con la ayuda del 3º Comandante Juan Milesi Urrutia (6ª Cía.), ambos por calle Blanco (Encalada). El incendio había tomado dantescas proporciones, producto de la inmensa hoguera producida al quemarse grandes castillos de madera que iluminaban casi toda la ciudad; el fuego se extendió a los patios del edificio en construcción del Departamento de Caminos, formando lo que más tarde se denominaría el “Callejón de la Muerte”. En el lugar se encontraba gran cantidad de tambores con combustible y cajones con explosivos, los que se guardaban en un cuarto de construcción ligera y en el subterráneo del inmueble. A continuación se transcribe el testimonio de la tragedia de Valparaíso vivido por el entonces Capitán de la 1ª Cía. de Bomberos de Viña del Mar, señor Rosato Cruciani López escrito el 1° Enero de 2009. “Esa noche del 31 de diciembre de 1952, como de costumbre, fuimos con mi esposa Elsa y mis tres hijos, Jaime, Eduardo y Domingo a saludar a mis padres en su casa de calle Viana. Pasada la media noche regresamos a nuestra casa en calle San Miguel, sector Agua Santa.- En esa época yo era Capitán de la 1ª Cía. de Bomberos de Viña del Mar “ José Francisco Vergara”. Vecino nuestro era don William Kenchington Manzen, Capitán de la 11ª Cía. “George Garland” del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso que con un grupo de familiares y amigos celebraba la llegada del nuevo año. Al percatarse de nuestra llegada salió a invitarnos a su fiesta. De esta forma, después de acostar a nuestros hijos, nos fuimos con mi esposa a celebrar con nuestros amigos. Esto era más o menos a la 01:00 del 1° de Enero de 1953.- Compartíamos alegremente cuando a eso de 02:00 A.M. llega un llamado telefónico desde la 11ª Cía. de Valparaíso, dando cuenta a su Capitán que la Eleven Fire Company había sido despachada a un incendio declarado en la Barraca Shultze ubicada en Av. Brasil casi esquina de calle Freire. Inmediatamente ofrecí a William llevarlo a Valparaíso en mi automóvil por estar este premunido de sirena de alarma (Ver nota al final), lo que facilitaría el desplazamiento por la Av. España que por la fecha se encontraba muy congestionada.- Desde lejos pudimos apreciar que el incendio era de enormes proporciones ya que ardían varios castillos de madera los que a su vez estaban cubiertos con aserrín como era usual en las barracas. Para sofocarlo no parecía haber dificultades. Solo era necesario inundar con grandes cantidades de agua ya que no había peligro de propagación.- Por la parte posterior de la barraca incendiada, hacia el lado norte, con salida hacia calle Blanco se encontraba la bodega de la Dirección de Caminos (hoy Vialidad). Ninguno de los Bomberos, Carabineros y civiles que estaban presentes sabía que en este local se encontraban almacenados 20 cajones de pólvora, dinamita, fulminantes y muchos tambores con petróleo, parafina y bencina contraviniendo todas las normas de seguridad.- El cuidador de este local hubo de ser sacado por bomberos en completo estado de ebriedad y tal vez este sea el hecho por lo que no avisó de la presencia de los explosivos. Después de dejar al Capitán Kenchington en su cuartel de la 11ª Cía. me fui, como buen bombero, a ver el incendio. Me ubiqué en la puerta de entrada de vehículos al local de la Dirección de Caminos. A mi izquierda se encontraba el Mayor de Carabineros Sr. Albornoz que estaba a cargo de las fuerzas de orden. A mi derecha había un carro telescópico con su escala estirada en cuyo extremo estaban tres bomberos trabajando con un pitón. Al otro lado de la calle estaban las bodegas de la Viña Canepa. Repentinamente se produce un sonido terrible, difícil de describir, acompañado de un haz de luz enceguecedor.- Pasados algunos segundos o minutos, no tengo conciencia de ello, me encontré sentado en el suelo al pie de una cortina metálica que era la puerta de la Bodega Canepa. Esto significa que literalmente “volé” de una vereda a la otra del frente. Observaba como gente corría en todas direcciones totalmente fuera de control. Movían los brazos y la boca en forma desesperada. Recién entonces comprendí que había ocurrido una explosión y que había quedado sordo fenómeno que me duró varios minutos. Al incorporarme y mirar la cortina metálica observe que esta estaba hundida con la silueta de mi cuerpo y no cabe duda que fue lo que me salvo la vida. No corrió igual suerte el Mayor de Carabineros que golpeó contra la pared y falleciera días después. Recobrada la conciencia, pero no la audición, pude ver con horror el terrible desastre que había a mí alrededor. Bomberos totalmente ennegrecidos por la explosión pidiendo auxilio, supongo, ya que no escuchaba nada, cuerpos inertes y mutilados por todas partes. Los tres bomberos que estaban en la escala telescópica colgaban de sus piernas que estaban entrelazadas en los palillos de la escala. Habían recibido en forma directa los efectos del cono expansivo de la explosión. Al rato llegaron más bomberos que subieron y fueron bajando uno a uno los cuerpos. Yo cooperé recibiéndolos al pie de la escala. No sé si estaban con vida o no ya que rápidamente los llevamos a un camión que apareció en la esquina de calle Rodríguez. Una vez que se completó el camión con cuerpos que llegaban de todos lados se dirigió raudamente a la posta. Sacamos varios cuerpos más del lugar de la explosión y los fuimos alineando en la esquina de calle Blanco con Freire. Por respeto a sus familiares no deseo entrar en mayores detalles, pero son visiones que jamás olvidaré. Después supimos que habían fallecido 50 personas siendo 36 de ellas bomberos además de 350 heridos. En el intertanto, producto de la explosión, el fuego había pasado al otro lado de la calle Blanco y empezaba a incendiarse la bodega de Canepa. Producto de la explosión ya no existía ninguna armada de ataque. Ante esta situación me dirigí rápidamente al Puesto de Mando que estaba en la Av. Brasil bajo el mando del Comandante Tito (Ernesto) Budge y como Capitán de la 1ª Cía. de Bomberos de Viña del Mar le ofrecí nuestra ayuda. La aceptó de inmediato y me pidió que despachara dos compañías de agua y una de escala. Debo recordar que en esa época Bomberos no contaba con equipos de comunicaciones y los teléfonos no funcionaban producto de la típica congestión que ocurre en esa fecha. Corrí lo más rápido que pude hasta mi auto que había dejado en calle Rodríguez esquina Brasil, el que encontré cubierto de vidrios y otros objetos. Se me dificultaba correr. Después descubría que al taco de mi zapato derecho le faltaba la mitad, presentando un corte en diagonal perfecto. No hay duda que fue una esquirla en la explosión. No recuerdo cuantos minutos demoré en llegar a mi Compañía pero estoy seguro que jamás igualaré ese tiempo.- Al llegar al cuartel me encontré con unos 15 bomberos ya listos con sus uniformes de trabajo que habían concurrido al escuchar las noticias por radio. Don Augusto Cisternas, nuestro gran Cuartelero, ya tenía los dos carros preparados, con sus motores calientes, listo para salir. Siendo el único Oficial tomé el mando y despaché, además de nuestra compañía, a la 2ª y 3ª yo, como maquinista conduje el otro carro. Fue una carrera impresionante. La ciudadanía, ya enterada de esta tragedia, nos despejaba las calles en forma inmediata, subiéndose a las veredas con sus autos y haciendo todo lo necesario para no entorpecer nuestro desplazamiento hacia Valparaíso. En aquella época cada compañía buscaba su propio abastecimiento por lo que armamos el grifo de Av. Francia esquina Brasil y estiramos material hasta la bodega de Canepa que ardía completamente con fuego muy violento. En ese momento nos avisan que en el interior de una de las bodegas había una bomba de bencina. Con la 3ª de Viña que había hecho otra armada, desde otro grifo, trabajamos codo a codo hasta que logramos controlar el fuego y así evitar una nueva explosión con consecuencias insospechadas.- De repente nos damos cuenta que está aclarando. Se me acerca el Comandante Budge para agradecer la cooperación del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar y nos autoriza para retirarnos. Eran, más o menos, las 06,00 horas A.M. De regreso en nuestro Cuartel nos sentamos en el borde de una vereda que tenía la pérgola en todo su largo. Nadie hablaba, todos en silencio. Solo se escuchaban nuestros sollozos que no podíamos contener. Cuanto rato estuvimos allí sentados, no lo sé, pero fue bastante. Nuestro Cuartelero Augusto nos preparó una taza de té caliente que nos vino muy bien. Ni siquiera se pasó lista. No podíamos hablar. Un nudo en nuestra garganta lo impedía. Di la orden de retirarse como a las 08:00 hrs. ya que nadie se movía de su lugar. Si,” fue una trampa injusta” como dijo alguien en las despedida de nuestros compañeros de ideales. A los funerales de los 36 mártires del Cuerpo de Bombero de Valparaíso asistieron delegaciones de todos los Cuerpos de Bomberos de Chile, el Presidente de la Nación Sr. Carlos Ibañez del Campo y los Ministros de Obras Públicas, de Hacienda, del Interior, de Educación y de Justicia. Además de los Alcaldes de Valparaíso y Viña del Mar y miles de ciudadanos que quisieron, con su presencia, rendirles un último homenaje a esos bravos bomberos que dieron su vida por la ciudad. El Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar representados por la 1ª, 2ª y 4ª Compañías fue el primero en llegar a la tragedia, llamado a colaborar cuando ésta hizo estragos en los bomberos porteños. Con el pasar las horas llegaron bomberos de ciudades como San Bernardo, Cartagena, Casablanca, Quilpué, Villa Alemana, Limache y Quillota trayendo ayuda económica y medicamentos. También se hicieron presente los bomberos de la comuna de El Monte, quienes donaron $ 10.000.- y se pusieron a las órdenes del Comandante Budge; incluso al amanecer del 1º de enero, alrededor de las 06,00 A.M. llegó un grupo de bomberos de la 5ª Compañía “Bomba Arturo Prat” del Cuerpo de Bomberos de Santiago entre ellos venía el joven bombero, Agustín Gutiérrez Valdivieso, connotado historiador bomberil de Santiago. La noticia recorrió el mundo, impactando por lo dramático, fue el caso del joven médico viñamarino Hernán Lillo Nilo, quien se incorporó más tarde a la 7ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar como uno de sus fundadores, llegando a ser destacado Superintendente de ese Cuerpo en la década de los 90. Él Dr. Lillo Nilo se encontraba en el Saint Joseph’s Hospital, en Buena Vista Park, de San Francisco (California), haciendo uso de una beca cuando leyó en el titular del diario “San Francisco Chronicle” de la trágica noticia de Valparaíso. Al día siguiente (viernes 2), S. E. el Presidente de la República Carlos Ibañez del Campo viajó a Valparaíso a visitar a los heridos en compañía del Ministro de Salud doctor Waldemar Coutts; se encontrándose con su amigo José Orlando Serey Sagredo gravemente quemado; al verlo Serey se sonrió, falleciendo a las 19,00 horas de ese día. En el diario del Cuartel al despedirse el Superintendente señaló “Era una trampa injusta”, al despedir los restos frente a la Catedral y en presencia de S. E. el Presidente de la República don Carlos Ibáñez del Campo, los Ministros del Interior Guillermo del Pedregal y Hacienda Juan Bautista Rossetti, otras autoridades y miles de personas más señalaron; “Triste fue esta experiencia para nosotros!¡Espero que Dios no nos brinde esta prueba nuevamente ! Esta búsqueda se facilitó gracias a la valiosa cooperación que brindó nuestro bombero Vladimir. Huber, a la sazón Tesorero General del Cuerpo y Alcalde de Viña del Mar. William Kenchington M. Capitán Valparaíso, Enero de 1953. Podemos agregar que Carabineros encabezado por el Prefecto Vicente Ortíz Cornejo desarrolló una gran tarea, controlando a la gente que miraba el incendio y ayudando a la gente accidentada. También se lamentó el accidente en acto de servicio del Jefe de Ronda de esa noche, Mayor de Carabineros Raúl Albornoz Echiburú, Comisario de la 8ª Comisaría del Cerro Barón, quien tuvo a cargo el procedimiento policial en los primeros momentos del incendio, hasta el momento en que fue afectado por la explosión, resultando gravemente herido y con profundas quemaduras. Se cuenta que al estallar el polvorín, el Mayor Albornoz quedó envuelto en llamas y fue lanzado lejos por efecto de la explosión. Inmediatamente su ayudante, el carabinero Casanova se lanzó sobre él sofocando las llamas, hecho que le permitió ponerse nuevamente de pie y dar nuevas instrucciones para alejar del peligro al público que se encontraba en los alrededores y socorrer personalmente a lo menos a ocho bomberos heridos, de ello es testigo el bombero Luis Leyton (8ª Cía.). Fueron lesiones graves que fue llevado de urgencia al hospital naval y trasladado a Washington el 12 de enero de ese año y hospitalizado en el Walter Reed Military Hospital. Pese a estar junto a su esposa Edith Marti y su amigo el Dr. Edgardo Stockmeyer (de la Asistencia Pública de Valparaíso), fue operado y debido a su gravedad, y luego de la operación que le privó de su ojo izquierdo, el Mayor Albornoz falleció a las 11,00 A.M. horas el 27 de febrero, ya que tenía más del 40% de su cuerpo con quemaduras de tercer grado. Su cadáver fue enviado a Valparaíso por cuenta del gobierno de los Estados Unidos, donde fue esperado por su único hijo de 15 años que había ingresado ese año a la Escuela Naval “Arturo Prat”. El funeral del Mayor Albornoz se efectuó los primeros días de marzo, asistiendo, autoridades encabezadas por el Ministro del Interior, el General Director de Carabineros, Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. La autoridad inculpó de esta tragedia a dos personas; el ingeniero Alejandro Lacalle Schemel de la Dirección de Caminos y Jefe Provincial del Departamento, contra quien se inició un sumario por lo cual renunció al cargo, desapareciendo de la ciudad; el otro inculpado fue Lupercio Enrique Díaz Riquelme, mayordomo de la bodega y del polvorín, quien según informes de la época habría estado ebrio esa noche y no informó a bomberos de los peligros que enfrentaban; estuvo preso, pero luego salió en libertad bajo fianza. No se sabe finalmente quien fue el responsable. Los diarios de la época señalan también detenidos como posibles responsables de la tragedia a don Octavio Silva Lataste, Jefe de Materiales de la Dirección de Caminos y al cuidador de la bodega Edmundo Lazo. El Alcalde de Viña del Mar Vladimir Huber Wuastavino, quien además era bombero de la 11ª Compañía y Tesorero General del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, despidió a sus camaradas a nombre de la vecina Ciudad Jardín señalando en emocionadas palabras “Señores: Hemos llegado una vez más a este recinto de silencio y eterno sueño con nuestra alma dolorida por una pena muy profunda, con un sentimiento de rebeldía en nuestro corazón, con una muda protesta en los labios ante los crueles designios del destino. Han muerto pero el olvido que constituye la verdadera muerte, no mancillará su gesta de altruismo y renunciamiento. Estarán en los cuarteles, en los ejercicios y en los siniestros aun cuando no los veamos, ni sintamos sus voces, ni estrechemos sus manos. El pueblo de Viña del Mar y su Ilustre Municipalidad me han encomendado el honor de ser vocero de sus sentimientos en esta solemne oportunidad. Lleguen hasta las autoridades del Cuerpo de Bomberos, hasta los deudos de sus nuevos héroes, hasta las autoridades de Valparaíso, las expresiones más sentidas de condolencias de la ciudad de Viña del Mar de este enorme duelo del cual participa todo Chile. Dios Todopoderoso recibe en tu seno celestial a estos mártires del deber y envía la suave luz de tu consuelo y de tu conformidad a los que aquí en la tierra quedan sufriendo su ausencia. También se les rindió un homenaje en calle Blanco frente al monumento a don Manuel Blanco Encalada, luego de una misa y responso a cargo del bombero y Capellán de la 12ª Compañía “Chile” de Santiago Rvdo. Enrique Moreno Labbé, al funeral asistieron el Intendente de la Provincia Luis Garín, el Superintendente del Cuerpo Carlos David Finlay Montenegro (3ª Cía.), el Vice-Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar Roberto Alonso, el Director del diario El Mercurio Joaquín Lepeley y delegaciones de los Cuerpos de Bomberos de Santiago al mando del 3º Comandante Alfonso Casanova Digero, de Quillota al mando del Capitán Jorge Monsalve, de Quilpué al mando de su Comandante Carlos Miranda y de Viña del Mar. También se hicieron presentes delegaciones de las Fuerzas Armadas, Carabineros, Defensa Civil y Prisiones. En el cementerio fueron despedidos sus restos mortales por sus compañeros y se le rindieron los honores correspondientes a mártir de la Institución.https://youtu.be/HyAZV4G5r_c      
Valparaíso 1851 (hrm/cca)

Agradecemos colaboración del bombero Miguel Marín López, ex Secretario General, C.B.Viña del Mar
Archivo Histórico y Fotográfico de la Primera Cía."José Francisco Vergara" del C.B. Viña del Mar

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