miércoles, 7 de marzo de 2007

Inicio de la actividad Bomberil en Chile.


Los antecedentes históricos que se tienen respecto al inicio de la actividad bomberil en Chile, se remontan a principios del siglo XVIII cuando gobernaba el Reino de Chile el Presidente don Juan Andrés de Uztariz de Vertiz Verea. En 1718 compró los primeros implementos para atacar el fuego y estos consistían en 100 baldes de cuero, 4 escalas de 18 yardas, 20 hachas y 33 azadones. Estos bomberos se conocían, según sus especialidades, como “Aguateros”, “Escalerinos”, “Hacheros” y “Azadoneros”.
En los albores del siglo XIX el Gobernador de Chiloé, crea una rudimentaria organización que ordena, entre sus disposiciones, la obligación de sus habitantes a mantener en sus casas un “Odre” lleno de agua, que era un cuero cosido y empegado, es decir, untado en “pez” (pegamento resinoso, producto de la trementina con agua) y usado para atacar el fuego en caso de incendio.
Es importante señalar la preocupación por la seguridad de las personas y sus hogares, realizando una actitud preventiva, adecuada a la realidad de la época, con los elementos de extinción disponibles en los inicios del siglo; cueros o vejigas de animales cosidas las que rebosaban de agua; también debieron utilizarse las “Chungas” que eran vasijas de madera...
Durante la Independencia, don José Miguel Carrera y Verdugo, Presidente de la Junta de Gobierno, manifiesta la necesidad de contar con bombas de incendios y herramientas para el combate del fuego, como ya se hacía en los países anglosajones, por ello el 7 de agosto de 1812 le envía al Cabildo de Santiago una carta en la cual, plantea la urgencia de contar con una organización bomberil adecuada, demostrando la preocupación y visión de futuro de los gobernantes, la nota señala lo siguiente

“SALA DE GOBIERNO”
7 de Agosto de 1812.-
Se ha aprobado el gasto de cien pesos que U.S. propone para costear herramientas preventivas para cortar los incendios. El Gobierno está persuadido que tomando una razón general en cada uno de los cuatro cuarteles de ciudad, de los carpinteros, herreros y albañiles, podría ordenarse que cada maestro de carpintería ocurriera, bajo una multa, en su respectivo cuartel, con sierra, azuela y hacha; el de herrería con barreta, y el de albañilería con su plana y escalera, por cuyo medio estaría abundantemente socorrido el incendio.
Pero sobre todo la Municipalidad debería empeñar su celo en que se construyeran, mejor que herramientas, una o dos bombas de incendio, manuales y bastantes a ocurrir con prontitud, que es el recurso mas seguro adoptado en los países cultos.
Dios guarde a U.S. muchos años.

Pedro José Prado Jaraquemada José Miguel de la Carrera José Santiago Portales

La circunstancia de que fuera Valparaíso la primera ciudad en Chile y la segunda en América del Sur que organizaba esta clase de servicios, ha inducido a creer que en otras ciudades y pueblos de la República nunca se dieron pasos en este sentido con anterioridad a la fundación de la Asociación contra Incendios de Valparaíso en 1851 y conocido hoy como Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Valparaíso.
Sin embargo, es interesante saber que en los años 1812, 1824 y 1827 se hicieron gestiones en Santiago para organizar medios de ataque en la extinción de incendios, es así que poco a poco se fueron adquiriendo bombas manuales, para el Cuartel de Artillería, el Teatro, la Brigada de Zapadores Bomberos dependientes de la Municipalidad y otros. Lamentablemente estas tentativas no pasaron más allá, debido a que sus integrantes no cumplían adecuadamente sus labores.
En los primeros tiempos de la República, un gran incendio en 1827 lleva a un grupo de distinguidos ciudadanos, encabezados por los señores Benjamín Macquera, Diego Antonio Barros Fernández de Leiva y Francisco Javier Urmeneta, a ofrecer organizar una compañía de bomberos. Simultáneamente, el gobierno del Presidente don Ramón Freire Serrano disponía que con fondos del Cabildo se adquirieran palas, azadones y baldes, para proveer de elementos contra incendio a los Guardias Municipales conocidos como “Serenos” y “Vigilantes”. Se debe recordar que durante el período hispánico, tanto en Chile como en el resto de la América española, la lucha organizada contra el fuego era desarrollada por los “Serenos”, quienes, además de cumplir labores policiales y de vigilancia, debían combatir los incendios.
Por diversas razones ambas iniciativas no se concretaron. En los primeros meses de 1838, a raíz de un incendio se destruyó completamente el Teatro de la República, situado en la calle Puente, por ello la Municipalidad de Santiago dictó un Reglamento para la organización de una “Brigada de Incendio” o “Cuerpo Cívico de Bomberos” rentados, formado por una Compañía encargada de extinguir los incendios. El decreto fue aprobado por el Gobierno con fecha 6 de diciembre de 1838.
La “Brigada” o “Compañía de Incendio”, se dividía en “Escuadras” y su distintivo era un gorro ponceau de media vara de largo en forma piramidal. Poseían un bombín a palanca, trescientos pies de mangueras, 15 hachas, 3 escaleras, 6 picos, 4 barretes y 10 baldes. El Municipio entregó un aporte de $ 10.- pesos anuales, y destinó dos recintos de la Cárcel para ser usados como cuartel de la Compañía.
Debido a los pocos incendios que afectaban a la ciudad de Santiago, y que los bomberos sólo realizaban “ejercicios doctrinales” los días festivos para estar preparados en caso de incendios, se fue poco a poco perdiendo el entusiasmo y relajando la disciplina al extremo que durante el año 1840 sólo se hicieron cinco ejercicios.
Cabe señalar que el bombín a palanca que se menciona, y que fue entregado por la Municipalidad a la Brigada Cívica de Bomberos, posteriormente pasó a poder del Cuerpo de Bomberos de Santiago a la fecha de su fundación, el 20 de diciembre de 1863, siendo enajenado en 1871 al Cuerpo de Bomberos de Talca en $ 800.- incluyendo algunos implementos adicionales. En Talca fue bautizado como “Fundadora” y hoy se conserva como su más preciada reliquia y testimonio histórico de incalculable valor en el Museo Bomberil “Benito Riquelme” de esa ciudad.
La noche del 31 de mayo de 1841, aparecieron las llamas en la sacristía del Templo de la “Compañía de Jesús” de Santiago, propagándose rápidamente a la techumbre de la iglesia, la cual se derrumbó estrepitosamente en una hora; quedó en evidencia la mala preparación y falta de interés de los integrantes de esa Brigada, culminando en un comentado fracaso y un clamor generalizado por parte de la población.
En atención a las protestas de todos los habitantes, la autoridad dispuso la reorganización de la brigada de incendio, ordenando a un cabo y a un soldado que vivieran en el “Cuartel” o “Depósito de Bombas”, no pudiendo ausentarse ambos a la vez. Se dispuso que todo vigilante que viera un incendio corriera a dar la alarma y “tocar a fuego en la Catedral”; en su reemplazo esta función debían realizarla los “Serenos”.
Se encomendó a la policía vigilar que hubiera agua en las acequias de la ciudad. La distribución del agua se realizaba por medio de los “Aguadores” que transportaban el vital líquido a lomo de mula. Los “Aguateros” llamados así por el pueblo, formaban un numeroso gremio, y por ser considerado “Servicio Público”, estaba controlado por la autoridad mediante un funcionario llamado “Capitán de Aguadores”.
Este grupo humano fue incluido en la organización bomberil, y se dispuso un sistema rotatorio de guardia constituido por doce aguadores de turno, para que acudiesen de los primeros al lugar del incendio con sus cabalgaduras y barriles, una vez escuchada la campana de incendio.
También se dispuso de fuertes sanciones para los bomberos que faltaran a los ejercicios doctrinales, los que se realizaban en la Plaza de Armas, la Cañada o a orillas del río; la pena menor era el arresto por la primera falta; al ser reincidente se le condenaba a quince días de servicio en el “Batallón Cívico”, y a la tercera vez se le daba de baja de la Compañía con un castigo de cincuenta azotes. Todo ello permitió mejorar un tanto el servicio entre 1841 y 1846
Posteriormente en 1846 el Reglamento Municipal aumentó a dos Compañías el personal de la “Brigada de Bomberos”; también establecía que los Zapadores Bomberos debían acudir a retirar su material al Cuartel cuando se daba la señal de incendio.
Se mantenían algunas disposiciones anteriores como las de sancionar al aguador inasistente con 15 días de suspensión de su tráfico y la de usar como distintivo una gorra en forma piramidal, de media vara de alto. Esta gorra era todo el uniforme de esos bomberos y los protegía de las eventuales caídas de las tejas.
Dos años después, el 20 de marzo de 1848 se produjo un gran incendio en plena Plaza de Armas, en el Portal Sierra Bella esquina calle Ahumada. El fuego puso en peligro el Palacio Arzobispal y la iglesia de la Catedral, por ello el Gobierno del Presidente don Manuel Bulnes Prieto consideró insuficiente el personal, reorganizando el servicio, y creando un Batallón de 6 Compañías con organización militar, cuya base fueron las 5 Milicias Nacionales que aportaron 25 soldados que conocieran de carpintería, albañilería, y herrería, tomando el nombre de “Batallón de Zapadores Bomberos Nº 6”, sin embargo fueron más conocidos popularmente en Santiago como el “Batallón de la Bomba” instalándose a los pies del antiguo palacio de Gobierno (hoy Edificio del Correo Central).
Para esta reorganización deroga el Decreto de fecha 29 de julio de 1846 y dicta un nuevo decreto el 20 de marzo de 1848, nombrando encargado del cumplimiento de la nueva ordenanza al Inspector General de la Guardia Nacional, otorgando a los hijos de los integrantes del expresado Cuerpo de Bomberos, el beneficio de la educación al ser admitidos con preferencia en las Escuelas Primarias que sostiene la Municipalidad de Santiago.
A pesar del esfuerzo de la autoridad, luego de casi diez años, el material se hizo menos eficiente y en cada incendio el batallón perdía su eficacia en el combate contra el fuego, por lo que muchos vecinos iniciaron gestiones personales para organizar una “Asociación de Salvadores de Propiedad”, al igual que la naciente “Asociación contra Incendios de Valparaíso” creada en 1851.
Según los documentos existentes en los archivos de la época, se hacían diligencias desde el año 1853. Existe una información aparecida en el diario El Mercurio de Valparaíso de fecha 29 de enero de 1853 que señala: ”Bomberos..Estimulados los comerciantes de Santiago con el ejemplo de Valparaíso, se han asociado para formar una brigada de bomberos similar a la del Puerto”.

Lamentablemente todas las tentativas y todos los proyectos se estrellaron con la indolencia y con la improvisación.
La pieza más antigua es una carta de fecha 6 de febrero de 1857 escrita desde Valparaíso por el ciudadano peruano radicado en Chile, don Edmundo W. Sartori (bombero fundador de la 1ª y 3ª Compañías de Valparaíso), dando a don Baldomero Risopatrón, comerciante santiaguino los datos que este le había solicitado sobre la organización bomberil del Puerto. El señor Risopatrón hizo varios viajes a Valparaíso para contactarse con los directivos porteños. Se tuvo ciertamente el propósito de emprender la fundación de un Cuerpo de Bomberos pero no se concretó el proyecto.
Paralelamente un grupo de habitantes de Santiago hace un nuevo intento por organizarse y es así que el 10 de abril de 1857 se reunieron con similar objeto los miembros de la colonia alemana residente en la capital; convenidos en echar las bases de una Asociación Contra Incendios, a semejanza de la de Valparaíso, nombraron una comisión de tres individuos con el objeto de formar los estatutos y de organizar la asociación contra incendios de acuerdo con la autoridad local.
Los miembros de esta comisión fueron don Carlos Reichhardt, don Tulio E. Hempel y don Federico Hettioh. Estos señores redactaron los estatutos, hicieron los presupuestos para la adquisición del material y acudieron a la autoridad ofreciendo los servicios de sus compatriotas, pidiendo la aprobación de las bases de la asociación y solicitando auxilio pecuniario para la adquisición de bombas y de los demás elementos indispensables; pero tampoco encontró acogida la noble y entusiasta iniciativa de la colonia alemana.
No se estimaba necesario aun el aprovechamiento de los generosos impulsos de la juventud.
Es interesante destacar la importancia que han tenido en los 155 años de existencia de los bomberos en Chile, los alemanes residentes en el país, como también sus descendientes, ya que desde 1851 en que se organizan en una de las cuatro primeras Compañías fundadoras en Valparaíso, hasta hoy; son más de 18 las Compañías alemanas que han colaborado a lo largo del país con entusiasmo y generosidad, siendo el grupo bomberil extranjero más numeroso y que desde 1962 se agrupa en la Confederación de Compañías Chileno-Alemanas de Bomberos.
Existe también en el archivo, una carta fechada en Valparaíso el 13 de diciembre de 1859 dirigida por el Ingeniero, don Jorge Lyon Santa María, a don Francisco Bascuñán Guerrero, entonces Intendente de Santiago, informándole sobre el precio de tres bombas y otros accesorios de fabricación francesa, ofrecidos en venta.
No hay antecedentes para saber si el activo y celoso mandatario incorporado a la 3ª Cía. de Santiago, más tarde Comandante del Cuerpo (1866), y Vice-Superintendente (1867), sustentaba la idea de organizar ya la Asociación de Voluntarios, o si se proponía mejorar el material del Batallón de Zapadores Bomberos; lo que es claro es que ninguna de esas alternativas dio resultados, siguiendo ese cuerpo, que comúnmente era llamado el “Batallón de la Bomba” como guardián de la ciudad contra el fuego, hasta el gran incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús el 8 de diciembre de 1863, hecho que originó la muerte de mas de dos mil personas, aplastadas o quemadas y motivó la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago el 20 de diciembre del mismo año.
Lo que no se pudo hacer por años surgió como por encanto y se hizo en unos cuantos días, debido a que la idea fue impulsada por no pocos espíritus generosos, naciendo fuerte y vigoroso con la fortaleza que comunica la experiencia de un gran dolor y con el vigor y energía que la juventud entusiasta y generosa trasmite a todas sus obras.
El 11 de diciembre de 1863, tres días después de ocurrido el incendio del “Templo de la Compañía”, el diario “El Ferrocarril” publicó el siguiente aviso:
“AL PUBLICO. Se cita a los jóvenes que deseen llevar a cabo la idea del establecimiento de una Compañía de Bomberos, para el día 14 del presente, a la una de la tarde, al escritorio del que suscribe, José Luis Claro”.
Nueve días después, el 20 de diciembre, se funda el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santiago, formado por cuatro Compañías de agua: Bomba del Oriente (hoy 1ª Cía.), Bomba Sur (hoy 2ª Cía. “Esmeralda”), Bomba del Poniente (hoy 3ª Cía. “Bomba Claro y Abasolo”) y una Compañía de Salvadores y Guardia de Propiedad (hoy 6ª Cía.). Días más tarde, el 30 de diciembre se funda la 1ª Cía. de Hachas y Escaleras (hoy 8ª Cía.) y el 18 de enero de 1864 queda constituida la 2ª Cía. de Hachas y Escaleras francesa (hoy 7ª Cía.) y el 19 de enero es reconocida como tal la 4ª Cía. de agua “Pompe France”.
Su bautismo de fuego lo tuvieron al anochecer del día 7 de junio de 1864. A las 9 de la noche se declaró un incendio en un almacén de la calle Ahumada, el siniestro se propagó rápidamente a las celdas del convento de las Monjas Agustinas, siendo afectado por las llamas parte del claustro. Luego de un intenso trabajo bajo una lluvia torrencial, pasada la medianoche, las bombas y los voluntarios se retiraron a sus cuarteles, iniciando así una historia de heroicas jornadas en favor de la ciudadanía que se ha prolongado ya por más de 140 años.

Los primeros Cuerpos de Bomberos creados en Chile fueron:

1.- Valparaíso, 30 de junio de 1851
2.- Ancud, 12 de febrero de 1856
3.- Santiago, 20 de diciembre de 1863
4.- Puerto Montt, 19 de junio de 1865
5.- Osorno, 27 de agosto de 1865
6.- Copiapó, 12 de julio de 1868
7.- La Unión, 03 de octubre de 1869
8.- Talca, 01 de octubre de 1870
9.- La Serena, 25 de octubre de 1874
10.- Valdivia, 01 de marzo de 1875
11.- Antofagasta, 05 de abril de 1875
12.- Iquique, 07 de octubre de 1875
13.- Coquimbo, 28 de junio de 1878
14.- Chañaral, 08 de diciembre de 1878
15.- Chillán, 25 de junio de 1880
16.- Rancagua, 12 de febrero de 1882
17.- Taltal, 12 de marzo de 1882
18.- San Felipe, 11 de marzo de 1883
19.- Concepción, 13 de abril de 1883
20.- Talcahuano, 16 de mayo de 1884
21.- Viña del Mar, 14 de diciembre de 1884
22.- Caldera, 14 de marzo de 1885
23.- Los Andes, 18 de septiembre de 1886
24.- Curicó, 24 de junio de 1888
25.- Los Ángeles, 23 de noviembre de 1888
26.- Punta Arenas, 14 de junio de 1889
27.- Tomé, 28 de septiembre de 1891
28.- Ovalle, 20 de marzo de 1893
29.- Rengo, 08 de diciembre de 1893
30.- Tocopilla, 14 de julio de 1894
31.- Lota, 12 de mayo de 1895
32.- Castro, 08 de marzo de 1896
33.- Linares, 04 de octubre de 1896
34.- Temuco, 18 de febrero de 1899
35.- San Fernando 15 de noviembre de 1899

El Cuerpo de Bomberos, institución de carácter voluntario nació en Valparaíso por iniciativa y suscripción popular, cuando Chile se debatía en medio de violentas luchas políticas, odiosas y fratricidas. Desde entonces sus voluntarios han predicado con su ejemplo solidario la pacificación de los ánimos, la tolerancia mutua, el respeto y la desinteresada ayuda al prójimo, siendo un ejemplo vivo para los más de 307 Cuerpos de Bomberos del país y sus casi 38.000 voluntarios.
Valparaíso 1851 (hrm/cca).

1 comentario :

negrita dijo...

hola mi nombre es claudia y soy tesista, recurro a ti para saber si me puedes prestar o dar mas informacion respecto a la creacion del cuerpo de bomberos de valparaiso, ya que ese es el tema de mi tesis..
Te dejo mi direccion blogspot para que te puedas contarctar conmigo.
muchas gracias de antemano.
http://claudiandradev.blogspot.com/