domingo, 1 de abril de 2007

La Guardia Nacional en 1831 y los Zapadores Bomberos de 1840.






Generalmente la lucha organizada contra el fuego está ligada íntimamente a la vida de las ciudades. Durante el período hispánico, tanto en Chile, como en el resto de la América española, la actividad bomberil era desarrollada por los Serenos, quienes, además de cumplir labores policiales, debían combatir los incendios.
Por esa época, Valparaíso presentaba un escaso desarrollo urbano y la precariedad de sus construcciones no lo hacían merecedor de poseer un servicio bomberil.
En 1829 el comerciante don Diego José Pedro Víctor Portales y Palazuelos (Santiago, 16.06.1793-Valparaíso, 06.06.1837), destacado hombre público, acepta formar parte como ministro del gobierno del Presidente don José Joaquín Prieto Vial (1831-1841) y plantea la necesidad de consolidar la nacionalidad, a través del servicio público, asegurando el orden y la tranquilidad ciudadana. Para ello, concibió la idea de establecer el año 1831 la “Guardia Nacional”, de la cual es nombrado Teniente Coronel...Esta institución obligaba a los ciudadanos, sin distinción de clases o condición alguna, a reunirse por las tardes y domingos en los Cuarteles para adiestrarse en el manejo de las armas y en la preparación militar, recibiendo también instrucción cívica. Así los chilenos se preparaban para la eventualidad de la guerra, logrando terminar con el caudillismo interno del país, adquiriendo al mismo tiempo un mejor concepto de sus obligaciones de ciudadano, y contribuyendo al afianzamiento de la República.
La Guardia Nacional existió casi siete décadas y solo terminó con el establecimiento del Servicio Militar Obligatorio por medio de la Ley de fecha 5 de Septiembre de 1900.
Al igual que la Guardia Nacional fue una copia de la establecida por Lafayette en los albores de la Revolución Francesa en 1789, el Servicio Militar Obligatorio fue un reflejo del que estableció el Rey Federico Guillermo de Prusia, preparando a los ciudadanos para la guerra y la paz.
Valparaíso había crecido sin tomar en cuenta el peligro del fuego especialmente en el plan de la ciudad, el lugar más poblado y con mayor riesgo de incendios. Para enfrentar estos siniestros, no existía ningún Cuerpo de Bomberos propiamente tal, salvo un grupo de auxilio denominado ”Cuerpo de Milicianos” formado en el año 1835 con la autorización del entonces Presidente-Gobernador de Valparaíso don José Matías López, e integrado por miembros de la Guardia Nacional y algunos vecinos que prestaban su colaboración voluntaria a la ciudad, a los que se les unían los soldados de la guarnición y los marineros de los buques surtos en la bahía. No poseían mayores herramientas para combatir incendios, sólo algunos viejos baldes, hachas y una bomba en pésimas condiciones rescatada de un antiguo naufragio en el puerto.
Fuera de esta bomba, existían en la ciudad algunas otras máquinas pertenecientes a particulares, destinadas a fines industriales o a faenas de otra especie. Sin embargo no debe causar extrañeza la falta de organización de esta clase de servicios en una ciudad recién nacida a la actividad como era Valparaíso en aquellos años. Más debido a la permanente necesidad de hombres para hacer funcionar las bombas a palanca y tratando de interesar a los jóvenes en colaborar con los servicios de extinción de incendios, el Presidente Gobernador don José Matías López modifica la forma de enfrentar la emergencia dando a conocer el Decreto de fecha 29 de Diciembre de 1835 que señala en una de sus partes: “Quedando los que se alistasen exentos del Servicio Cívico, i con el goce de fuero militar que dichos cuerpos disfrutan”.
Es importante observar que, desde 1827 a 1854, no hubo nombramientos de Alcaldes, y la Ilustre Municipalidad de Valparaíso era presidida con el cargo de Presidente Gobernador (entre 1827-1840) o Presidente e Intendente (entre 1840-1855), quienes ejercían como Alcaldes y se renovaban cada tres años.
Entre 1800 y 1850, la gran magnitud de los incendios eran terribles y el peligro era inminente. Con frecuencia casas y locales comerciales eran arrasados por el fuego. Por ello en marzo de 1834, el Directorio de la “Sala Comercial La Bolsa de Valparaíso” cita a una asamblea en la residencia de los hermanos don José y Manuel Cifuentes (2º Alcalde de la ciudad en 1826), situada en la calle San Juan de Dios Nº8 (hoy Condell) para formar una “Compañía de Bomberos”. Los asistentes designan un Directorio, formado por los señores Enrique Chaunai, Federico Boardman, Jorge Wormald, Scipion Hutson y Enrique V. Ward, este último aparecerá más tarde el 30 de junio de 1851 con el Nº8 en los registros de ingreso de la 2ª Compañía de Bombas.
Acuerdan en esa reunión (marzo de 1834); 1º.- Encargar dos Bombas a Palancas con una capacidad para lanzar un chorro a 150 metros de altura y un volumen de 160 galones de agua por minuto. Junto a las bombas se incluían 350 varas de mangueras, 50 baldes, cordeles, hachas, bicheros y elementos menores; 2º.- Organizar una “Compañía de Bombas de Incendios”; y 3º.- Solicitar a las Autoridades la entrega de un terreno para la construcción de sus dependencias y un Cuartel de Bomberos. Como respuesta al último punto, y luego de ser favorablemente informado por el ministro administrador de Aduana, como asimismo por el jefe militar de la plaza, el Gobierno puso los antecedentes en conocimiento del Congreso Nacional, solicitando su autorización para entregar un terreno en comodato, otorgado por ley para los fines señalados. Este estaba ubicado detrás del Resguardo y Capitanía de Puerto. La respuesta fue positiva por lo que el terreno fue entregado el 2 de agosto de 1836, y luego de dos largos años de trabajo y sacrificio; la construcción fue terminada y puesta en uso según lo solicitado.

Uno de los pocos antecedentes que se tienen, respecto a la primera época de lucha contra el fuego y las necesidades que esta demandaba, es una carta respuesta de octubre de 1837 del Gremio de Jornaleros Portuarios de Valparaíso (actual Sindicato de Trabajadores Portuarios) a la autoridad, ante una solicitud de apoyo de los Bomberos durante los incendios. Ello debido que el manejo de las bombas a palanca, requería un trabajo manual muy esforzado y por consiguiente, muchos brazos para levantar presión en las mangueras y no siempre se contaba con un número de Bomberos suficiente para servir en un incendio con la eficacia necesaria; los Jefes del Batallón Cívico elevaron al Gobierno de la Plaza, del que era Presidente Gobernador don Juan Vidaurre Morla (Leal), una nota donde le pedían, ordenara integrarse a dicho Batallón como agregados al Gremio de Jornaleros, para colaborar en los incendios bajo pena de multa, tanto para el manejo de las bombas, como en el de salvamento de efectos. En recompensa podrían ser eximidos del “Servicio Cívico” (Servicio Militar obligatorio de la época) en las Milicias de la Guardia Nacional.
Ante esa petición hecha a su vez por la autoridad, la Comisión que regía entonces el Gremio de Jornaleros respondió lo siguiente:

“Señor Gobernador Militar de la Plaza:

La comisión Directora del Gremio de Jornaleros cumpliendo con el decreto de V.S. de 30 de Septiembre último, dice; que no gozando ningún individuo del Gremio los privilegios que le suponen los señores Directores de las bombas de incendio, sino que están al nivel de todos los ciudadanos de la República, sujetos a los cargos consejiles impuestos por las leyes generales, según las fortunas i capacidad, como lo hacen todos aquellos con el servicio activo de la Guardia Cívica, parece un despropósito exigir de este Gremio servicios gratuitos e imponiéndoles pena sino lo hacen en defensa de un interés particular, porque el jornalero, cuando más puede tener de propiedad una miserable choza en parajes que nunca concurrirán las bombas a auxiliarlos. A los propietarios de predios urbanos les corresponde, en todos los países regularmente organizados, hacer este servicio por su propio interés, haciéndolo efectivo con erogaciones para proporcionarse los brazos auxiliares, que además de la contribución pecuniaria con que se les satisface, gozan privilegios i premios por ser empleados en esta clase de trabajos.
En esta virtud, si es pagado el Gremio, no vemos inconveniente para que se lleve a efecto lo demás que proponen los señores Directores de las Bombas, por hallarse en conformidad con los Artículos 5° i 6° del Reglamento. Es cuanto podemos informar a V.S.

Valparaíso 2 de Octubre de 1837.-

(Fdo.) Juan R. Sánchez.- P. de Sales Vidal.-

Lamentablemente, el 17 de julio de 1839, un gran incendio destruye completamente el inmueble de los bomberos. El Mercurio” informa:

Incendio en la Bolsa Comercial” (y Cuartel de Bomberos). Este tan útil como lindo establecimiento acaba de ser devorado por las llamas, sin que nada se haya podido salvar de su colección de mapas, papeles i libros. A excepción de unos pocos muebles arrojados desde el balcón a la calle, ya cuando el fuego se había apoderado de todo el edificio; no quedan sino escombros de uno de los establecimientos que más honraba este puerto. Los extranjeros como los nacionales en él encontraban un sitio de sociedad i desahogo a la par de instrucción i de negocio.
El fuego se descubrió en la madrugada de este día, ocasionando sin duda por alguna chispa de la chimenea que todos los días ha estado encendida; pero ya demasiado tarde para aplicarle remedio de las bombas que custodiaba el mismo establecimiento. Sin embargo a estas horas que son las ocho de la mañana se ha conseguido impedir que las llamas comuniquen a los edificios vecinos y la rara actividad desplegada por las tripulaciones de los buques de guerra franceses e ingleses así como una multitud de respetables vecinos chilenos i extranjeros con inminente peligro de su existencia, ha contribuido a cortar su progreso.
Aun no tenemos pormenores acerca de las lamentables pérdidas que deben haber sufrido, los vecinos inmediatos a la Bolsa, como los Srs. Cresey y Ogg. parte de cuyo edificio y almacenes han penetrado las llamas, así como la familia del Comandante del Resguardo, que por estar pegada a la Bolsa ha debido sufrir grandes deterioros en el amueblamiento. Con todo se ha conseguido apagar el fuego en este edificio del Estado”.
Más adelante El Mercurio señalaba que era obligación de Valparaíso y del comercio contribuir con la reconstrucción del edificio. El llamado originó una respuesta inmediata, pues, numerosas personalidades de la ciudad, se inscribieron para levantar nuevamente el Edificio de la Bolsa Comercial con el Cuartel de los Bomberos.
La Imprenta “El Mercurio” fue la iniciadora de la reconstrucción del inmueble, suscribiéndose con 17,2 ps. Entre quienes también respondieron inmediatamente al llamado a colaborar con Acciones de un valor de 3 onzas cada una aparecen: Estanislao Lynch Solo de Saldivar (hermano de Patricio, héroe en la guerra del Pacífico, llamado el “Príncipe Rojo”), Fauché Hermanos, Federico W. Schwager, Ward Hermanos, Antonio La Motte & Ca., Juan Mouat, Myer, Francisco Salvador Álvarez Pérez & Ca., Josué Waddington Blanchard, Templeman & Ca., Lyon & Santa María, Juan Stevenson, José Squella, José Sánchez, Gibbs, Crawby & Ca., Naylor Boardman y Ca., & Maquieira, Iriarte & Ca., Bernardino Bravo, F. Chaigneau, Whirehead & Ca. Dickson, Price & Ca., Rainbach & Cramer, Almirante Ross, Consulado de Francia, Consulado de Su Majestad Británica, Juan Stevenson, Waddington, Templeman & Ca. entre otros.
El Directorio de la Bolsa Comercial informa que con el excedente se proporcionará un mayor número de Bombas para incendio, que cuidará de distribuir en los barrios más apartados manteniéndolas en estado de acudir con la velocidad necesaria a la primera señal de alarma.
Un año más tarde, en 1840, en el mismo lugar se construye el nuevo edificio que albergará a la Sala de Comercio “La Bolsa” y a Bomberos, el que se inaugura ese mismo año y cuya ubicación aparece claramente indicada en el plano de Salazar (1848): entre las calles de Cochrane y de la Aduana (hoy Prat), justamente detrás del resguardo de la Aduana y cerca de la Plaza de la Intendencia (hoy Plaza Sotomayor). El edificio destaca por un torreón y se encuentra construido sobre el antiguo zanjón para cuyos efectos debió abovedarse, siendo conocido como el cauce de la Quebrada de San Agustín (hoy calle José Tomás Ramos Ramos).
El 3 de mayo de 1840 el Supremo Gobierno nombra Presidente Gobernador de Valparaíso a Don Juan de Melgarejo (Santiago 1793- La Serena 1862), quien entre sus primeras medidas aprovechando lo realizado en 1834 por el Directorio de la Bolsa Comercial, organiza y reglamenta en agosto del mismo año a modo de ensayo, una Brigada o Cuerpo denominado “Zapadores Bomberos“ (1840), que era un batallón cívico, perteneciente a la Guardia Nacional, dependiente del Ministerio de Guerra y Marina, formado también por Aguadores, Artesanos, Jornaleros del puerto y Estibadores, a quienes fija los “Premios Estatales” que debían pagarse por su trabajo bomberil.
Esta “Brigada”, precursora de los Bomberos Voluntarios en Chile, mantuvo su ubicación en el primer piso del nuevo edificio de la Bolsa Comercial, donde guardaban sus bombas y herramientas. Estaba integrada por un Comandante, un Capitán de Ejército en comisión, dos Sargentos 1º de Veteranos y dos Cornetas también de Veteranos, dos Capitanes Cívicos, cuatro Tenientes, dos Sargentos 1º, dos Sargentos 2º, treinta y dos cabos y 256 soldados. Esta Brigada contó también con las dos pequeñas “Bombas de Agua a Palanca” (bombines a mano) y de propiedad de los comerciantes de Valparaíso, unos pocos baldes de cuero, hachas, palas, ganchos bicheros y algunas viejas mangueras de cuero. El financiamiento del material estuvo a cargo de los miembros de la Bolsa Comercial.
Valparaíso 1851 (hrm/cca)

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